ᝰ Club del drama

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Y

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Y...no puedo dormir.

Siendo sinceros, ¿quién lo haría?, tengo muchos pensamientos en mi cabeza. Desde un estúpido crush adolescente hasta un muñeco maligno. Junior era el menor de mis problemas, aun así, era un problema.

Suspire mientras me restregaba la mano sobre el rostro y luego me giré tratando de dormir. Cada vez que cerraba los ojos recordaba al señor Flemming y al muñeco. Jamás dormiré a este ritmo.

Me senté en la cama y tallé mis ojos, mire atentamente la habitación, que por un momento me extrañó estar aquí. Era como un sueño.

También consideré raro el cómo una vida puede cambiar completamente por culpa de un suceso.

Me levante de la cama, aún sintiendo mis piernas cosquillear, y me acerque a la mesa que estaba frente al guardarropa. Sobre esta había un lindo reloj de una nave espacial, marcaba las 2:15 am. Todavía faltaban 6 horas para despertar, que tortura.

Tanteé la ropa en busca de mi teléfono, pero no estaba ahí. Por supuesto que no, lo olvide en la huida. Maldita sea.

¿Ahora que hago?

No es mi casa, no es como que esté aburrida y pueda bajar al cuarto de cine.

¿Será que tenían uno?

No. Obviamente no, tengo que dormir y dejar estos pensamientos estúpidos.

Mire con pesadez hasta donde la cama, nadie es tan cruel como para debatirse con sus pensamientos dos veces.

Yo tengo que salir.

Puse mi mano en el picaporte y abrí la puerta, daba miedo el deambular en una casa ajena, mucho más si esta tenía cientos y cientos de cuartos. No sé como pueden hacer esto los ricos, ¿acaso no les da miedo que un psicópata se esconda dentro?

Digo, tienen miles de cuartos, obviamente no van a limpiarlos todos.

Como en la película de El Niño, sí, exactamente así se siente, con el muñeco endemoniado y todo.

A mitad del pasillo, una vez que di con la escalera, escuché a los padres de Junior discutir, se sentía familiar y a la vez tan desconocido.

Me senté en el primer escalón y me hice bolita mirando hacia ellos, no se habían ni cambiado de ropa, quizá llevaban discutiendo un buen rato, las paredes no filtran ni un ruido.

—Es que no puede traer a nadie cuando se le dé la gana, ¿entiendes eso, Bree?

Oh vaya, están hablando sobre mí, ¿por qué no me sorprende?

➜ Lunchbox Friends | Junior WheelerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora