CAPÍTULO 2

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IVETTE

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IVETTE.

Visualizaba a todo el mundo desde uno de los viejos y desgastados bancos que se encontraban al lado del módulo de reuniones. Subí mis piernas y las rodeé con mis brazos abrazándome así a mi misma, y aportándome el cariño que nunca había llegado a tener.

Miré mi muñeca derecha, que era donde se encontraba mi reloj, "12:00 pm", había terminado mi hora de descanso, suspiré cansada y me pasé una mano por la cara. Llevaba toda la vida encerrada en este internado y aún así no lograba acostumbrarme.

Me tocaba la clase de Biología, la clase a la que nunca faltaba, o al menos eso intentaba.

Me adentré en aquél edificio de paredes color crema y un olor asfixiante.

Caminé hacia las deterioradas escaleras, de las cuales ya daba miedo subir porque parecía que los escalones iban a romperse en cualquier momento. Al llegar a la cuarta planta, donde se encontraba la clase de Biología, junto a la de física y química, visualicé a uno de los superiores caminando de un lado a otro, era uno de los jóvenes, alto, de pelo rubio y ojos marrones. No sabía nada de él, ni siquiera su nombre, pues teníamos prohibido hablarles.

"Norma 26: Prohibido hablar a un superior si no tienes antes su permiso."

Tragué con fuerza antes de pasar por su lado y entrar a la clase.

El profesor Conan se giró hacia mí al escucharme entrar, asintió con la cabeza y continuó explicando el temario, yo busqué un sitio en el que sentarme hasta que me topé con la mirada de un chico de ojos color gris verdoso y un cabello castaño ceniza. Lo había visto otras veces, pero no recordaba bien su nombre.

¿Zain? ¿Zaed? ¿Zac?...Sí, creo que se llamaba Zac.

A su lado se encontraba una chica de pelo rubio, la cuál estaba muy concentrada tomando apuntes. Detrás de ella —para mi buena suerte— había un lugar vacío, así que caminé con rapidez hacia allí, dejé mi mochila colgada en el respaldo de la silla y saqué de esta mi estuche, y una libreta color cian. El profesor Conan empezó a trazar un ámplio esquema en la mitad del pizarrón, yo observaba cada movimiento que hacía aquel hombre, hasta que noté una mirada de alguien mucho más cercano, descubrí con rapidez que era de Zac, él me estaba observando con atención, no pude evitar alzar una ceja confundida a lo que él me respondió con una sonrisa, dejándome así aún más confundida.

Pasaron los minutos hasta que el sonido del timbre retumbó por todo el edificio, significado de que por fin había terminado la clase.

Los alumnos empezaron a recoger sus cosas y a salir de forma impaciente del aula, no pasaron ni cinco minutos cuando esta quedó totalmente vacía, el profesor Conan por fin se acercó a mí con una cálida sonrisa en su rostro.

Él realmente lograba alegrarme la vida, él era como un padre para mí.

— ¿Cómo te encuentras? —acarició suavemente mi pelo.

—Bien —dije un tanto seca.

—Me han dicho que ayer faltaste a clase de física y química —asentí con la cabeza cabizbaja —lo han vuelto a hacer ¿verdad? —volví a asentir. Conan esta vez miró hacia la puerta para asegurarse de que no había nadie. Cuando su mirada volvió a fijarse en mí, ya no había ningún rastro de felicidad en su rostro, ahora era una mezcla de preocupación y tristeza con algunos toques de furia —venga, muéstramelo —dijo mientras pasaba su pulgar por mi mejilla secándome así una lágrima.

(...)

A la hora de comer me dirigí con desgana hacia el comedor. La comida que servían en aquel lugar era nauseabunda y de cantidad escasa.

Los internos debían coger una bandeja y dirigirse hacia una barra metálica donde te servían aquella repugnante e incomestible comida. Al llegar mi turno una señora de pelo canoso y con abundantes arrugas en su cara, me sirvió la comida, no pude evitar hacer una mueca de asco al ver aquella pastosa y verdosa masa.

Caminé con la bandeja en mis manos hasta una de las últimas mesas, la cuál se encontraba completamente vacía, desde ese lugar podía contemplar todo el comedor.

Me fijé en Zac, también caminaba con una bandeja en sus manos, antes de sentarse con sus amigos me escaneó con la mirada. Nunca había hablado con él, ni tampoco tenía planeado hacerlo.

(...)

Llegaron las 10:00 pm, la hora a la que nos obligaban a irnos a dormir.

Antes de irme a la cama me metí en el baño y lo cerré con pestillo, me miré en el espejo de cuerpo completo y empecé a desabrochar mi pantalón para segundos después dejarlo caer, contemplé mis piernas desnudas y llenas de pequeños cortes, pasé la yema de mis dedos por encima de estas. Ya no dolían tanto como ayer. Una lágrima rodó por mi mejilla mientras intentaba controlar mi respiración, la presión en el pecho volvía a aparecer, y yo solo quería desaparecer de este lugar, del mundo en general.

Volví a ponerme los pantalones con rapidez cuando una de mis compañeras de habitación empezó a tocar desesperadamente la puerta.

— ¿Vas a estar toda la noche ahí dentro, rarita? —volvió a golpear la puerta con fuerza.

Me sequé las lágrimas con la manga de mi camiseta y me miré por última vez en el espejo antes de salir.

—Vaya, la rarita estaba llorando —comentó esta vez otra de mis compañeras.

Ignoré sus comentarios y me metí en la cama tapándome hasta arriba con la fina sábana.

Lloré en silencio hasta quedar completamente dormida.

Espero que os haya gustado el capítulo <3
A partir de aquí los capítulos se volverán más largos, pues estos dos han sido más como una introducción :D

Avisarme de cualquier posible error ortográfico para poder arreglarlo.

¡Hasta el próximo capítulo gente guapa!

¡Hasta el próximo capítulo gente guapa!

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