CAPÍTULO 27

155 26 10
                                    

Los capítulos que estoy subiendo estos días no están corregidos, por eso perdón si encontráis alguna falta de ortografía.

<3

Tan solo habían pasado un par de horas desde que Alan y yo nos tumbamos en la cama. Desde hacía ya unos diez minutos había empezado a escuchar algunos sonidos extraños provenientes de la entrada, al principio lo ignoré, pues podía ser cualquier cosa, el viento o tal vez una rata correteando por el lugar, pero cuando empecé a escuchar pasos que se acercaban a nosotros, entendí que no era ninguna de las dos cosas. Alguien había entrado.

Le di suaves golpes a Alan en el hombro en un intento de despertarlo. Intentaba mantener la calma, pero me resultaba imposible cuando aquellos pasos se volvían cada vez más fuertes y rápidos. En cualquier momento aquel sujeto entraría por la puerta, y estaba segura de que no sería para darnos las buenas noches.

Alan acomodó su postura y murmuró algo que no logré entender.

—Alan —lo zarandeé para que despertara. —Ha entrado alguien.

—No te he entendido —me contestó aún con los ojos cerrados.

—Ha entrado alguien —repetí. Quise gritar pero por obvias razones no lo hice.

Él por fin abrió los ojos. Me miró a mí y luego a la puerta.

Lo primero que pensé fue que los superiores que seguramente habían mandado para buscarnos, nos habían acabado encontrando, y lo segundo es que acababa de entrar un asesino el cual nos mataría, descuartizaría y comería. Un poco exagerado tal vez, ¿pero qué más podía pensar en estas circunstancias?

Los pasos se volvieron a escuchar, Alan no tardó en levantarse. Sin duda alguna se le daba mejor mantener la calma que a mí.

No le dio tiempo ni a acercarse a la puerta cuando aquel sujeto apareció por ella. Debido a la oscuridad no podía ver nada más que su silueta. Alan se mantuvo completamente quieto, y yo sin darme cuenta estaba aguantando la respiración.

La persona con un movimiento rápido encendió la luz. Me sorprendió encontrarme con una mujer de al menos unos cuarenta años. Su pelo era largo, y en estos momentos estaba algo alborotado debido a la situación. Su melena era de una tonalidad cobriza con unas pocas canas, sus ojos estaban entornados mirándonos con seriedad, cómo si nos estuviera desafiando con la mirada. Tenía una estatura media, probablemente medía unos pocos centímetros más que yo.

Aquella mujer nos apuntaba con un palo de escoba. Me esperaba cualquier cosa menos esto, pero sin duda prefería esto a todo lo que había pensado anteriormente.

—¿Quiénes sois? —Habló la mujer sin dejar de apuntarnos con el palo.

Él y yo nos miramos. Tal vez nos preguntábamos lo mismo. ¿Debíamos responder con la verdad?

—No teníamos donde dormir —contestó Alan.

La mujer por fin bajó el palo, nos miró a los dos de forma despectiva y luego volvió a hablar.

—No te he preguntado eso.

Lo vi apretar la mandíbula.

—Ya lo sé.

Dejó de mirarlo a él para luego centrarse en mí.

101 NormasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora