Capítulo 14: Regreso a Rumania.

166 5 0
                                    

Hacía mucho que Fini había aprendido a aterrizar en forma magistral de un traslador. Pero el objeto era muy grande y también llevaba mucho equipaje. Por lo que los giros eran terriblemente bruscos, sus manos no podían aguantar más al sostenerse de la barra del carrito, y salió disparada.

- NOOOOO – gritó Charlie y la sujetó justo de una de sus muñecas. Ella logró sostenerse con la otra mano del brazo de Charlie que la sujetaba. – AGUANTAAAA. –

- SIIIIII... NO ME SUELTES CHARLIEEEE – él le sonrió.

- JAMAAAS. – Respondió su marido. Los giros fueron disminuyendo y su cuerpo golpeo a Giselle, que con un efecto dominó hizo trastabillar a Marcus. Y este último movió el carro de tal forma que Charlie se soltó. Casi habían llegado a una colina pero aún les faltaba unos metros. Y para evitar caer fuertemente Fini gritó.

- ARESTO MOMENTUM – y todos, incluso los baúles, se detuvieron a unos centímetros del piso en forma estrepitosa, para luego por fin tocar el pasto.

- Uuuuf gracias.- dijo Marcus. - ¡Por mil demonios! Eso estuvo cerca. -

- ¿Estamos en Rumania? - Preguntó Giselle poniéndose de pie y mirando alucinada el lugar. Limpiándose la tierra de los pantalones, Charlie se levantó y miró a través de la colina.

- Si estamos en el campamento. – Los cuatro se acercaron a ver el paisaje. Desde esa altura y ante sus ojos, se extendían los tres campos de entrenamiento de los dragones. Y hacia ambos costados todos los bloques donde vivían los dragonolistas. En la parte de atrás se hallaba una gran carpa blanca.

- Nada ha cambiado. – dijo Fini pensando en voz alta. Su último recuerdo del santuario era exactamente igual a ese. Al ser de noche las luces estaban encendidas en todo el lugar. Y de las casas iban y venían sus diferentes habitantes. Todo parecía como una gran familia. Charlie le dio un beso en la coronilla y se giró con su varita en mano.

- Locomotor baúles. – los grandes objetos comenzaron a elevarse unos centímetros del piso. Y una vez en el aire esperaron que el mago los guie hacia donde iban a ser llevados.

- Lumus. – dijeron los otros tres.

Caminaron hacia el campamento iluminando el camino de Charlie. Cada uno iba en sus propios pensamientos. Al frente, de la mano Marcus y Giselle. En sus mentes se originaba la esperanza de una nueva vida para ambos. Cada tanto se daban miraditas y sonreían.

Por detrás de ellos flotaban los dos baúles. Y luego Charlie y Fini, ella había tomado la mochila del él para que pueda concentrarse en la carga. Pero Charlie era un gran mago y no necesitaba concentración alguna, tenía la capacidad de realizar los hechizos tan fácilmente como el chasquido de sus dedos. Por eso en Hogwarts había sido un excelente estudiante, y un fabuloso buscador de Quidditch. Aquí en el campamento se convirtió en uno de los dragonolistas con mayor influencia. Y tenía a cargo a los novatos.

Estaban llegando cuando dos hombres que estaban tomando unas cervezas de mantequilla al aire libre, los vieron y los saludaron. Eran Robert y David dos de los dragonolistas más antiguos del lugar.

- ¡No puede ser! ¿Acaso los niños prodigio han regresado? – dijo Robert.

- ¡Si, y con compañía! Yo creí que Marcus había estado mal herido y sufriendo en el hospital, – bromeó David. – Pero veo que no ha perdido el tiempo. -

- Si tuve suerte que un dragón me quemara. Le debo una. – comentó Marcus tomando a Giselle de la cintura y dándole un beso en la mejilla.

Me Enciendes. [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora