Habían pasado los meses y junto con ellos el invierno. Los días se estaban haciendo más cálidos con la llegada de la primavera y Fini se encontraba despierta desde muy tempano. Sentía un malestar terrible en el estómago. Desde hacía una semana atrás que venía comiendo muy poco y había bajado de peso considerablemente. Charlie estaba seriamente preocupado por ello y venía insistiendo en ir a San Mungo aunque sea un largo viaje. Pero ella minimizaba la situación diciendo que solo era algo que le había caído mal.
En ese momento su esposo estaba durmiendo como un tronco. Eran las seis de la mañana. Y Fini decidió ir a tomar un poco de aire, a ver si el mal estar se le pasaba. Salió de su hermosa nueva casa y respiró el aroma de los árboles de menta que se hallaban cerca. Jamás había sido tan feliz en su vida. Atrás, muy atrás habían quedado esos días de niña malcriada, que lo tenía todo gracias a la generosidad de sus padres. Ojala ellos pudieran verla ahora. Se sentirían orgullosos de la mujer en que se había convertido. De lo profundamente enamorada que estaba de su marido. "Ja, marido. ¿Quién lo hubiera dicho? Y pensar que no me quería casar" pensó con una sonrisa en los labios.
Caminó unos pasos, y al doblar por la esquina de su casa, dirigió la mirada hacia la de Giselle. Ella estaba parada de cara a los primeros rayos de sol de la mañana. Fini la observó con cariño. Su amiga estaba de costado con los ojos cerrados inspirando con dificultad. Su gran vientre de siete meses estaba al descubierto también recibiendo la cálida luz. Fini sonrió y decidió ir a su encuentro. Cruzó el puente. La madera crujió bajo sus pies, y su amiga volteo para mirarla. Con otra sonrisa le dio los buenos días.
- Vaya, sí que estás madrugadora. – comento Giselle apoyándose sobre la cintura, como si estar de pie la diera un gran esfuerzo.
- ¿Cómo te encuentras? – preguntó Fini alargando su mano para tocar la abultada pansa.
- Uuuf... no para de moverse. Esta niña va a ser bailarina. – Fini sonrió levemente. - ¿Qué te sucede? – Fini negó con la cabeza sin dejar de acariciar y mirar la pansa – Vamos, te conozco. Algo te pasa. –
- No veo la hora de que mi ahijada esté afuera. – la mano de Giselle se elevó hacia la mejilla de Fini y la acarició.
- No tienes que perder las esperanzas amiga. Ya vas a tener muchos hijos hermosos. – En ese momento dos lechuzas se posaron en el techo de la casa de Fini. Y ambas brujas las miraron.
- Ven a casa y desayunemos. -
- Buena idea. Tengo hambre. –
- Eres una glotona. – contestó Fini con el ánimo más elevado. Mientras la pava hervía y los pastelillos de manzana se hacían en el horno, una lechuza más, además de las otras dos había descendido. Era de El Profeta.
Fini revisó la correspondencia. Una carta era de Anabel. Decía que esperaba su segundo hijo y que deseaba profundamente verlas. "¿Iba a ser siempre así?" se preguntaba Fini ¿Iba a sentir siempre esas ganas locas de salir y rugir como un gran dragón, por la tristeza que le daba no tener hijos y que otras mujeres si?... "No. Tengo que ser paciente." se dijo a sí misma.
La otra carta era de Tonks. Pero iba dirigida a Charlie. Asique no la abrió.
- ¿Quién es Dora Tonks? – preguntó Giselle que había agarrado el sobre y lo estaba mirando con mucho interés.
- Una amiga de Charlie. –
- ¿Una amiga? – dijo con una deja elevada.
- Si, una amiga. Te pido que no me fastidies con ese tema. Hace mucho Charlie y yo tuvimos una charla con respecto a eso. Y él me aseguró que habían sido solo eso, amigos. Y yo le creo. – la mirada de "déjame dudarlo" de Giselle era lo que menos necesitaba Fini en ese momento.
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Me Enciendes. [RESUBIDA]
FanfictionCharlie Weasley & Seraphina Brook [aka Alana King] Charlie Weasley un joven mago con aspiraciones completamente definidas, trabajar con dragones y disfrutar de las chicas, un día se despierta al lado de una mujer vestida de novia. "¿Qué se suponía q...