CAPITULO XXVII

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Los meses pasaron eh iniciamos un nuevo año.

Salí dando las 5:00 de la tarde de mi casa con destino a ver a mi chico de ojos verdes.

Llegue casi corriendo cuando la señora Lauren me recibió en la entrada.

Me explico que Aidan no ha salido de su habitación desde esta mañana, por lo cual me apresure a llegar con él.

Toc, toc, toc.

Golpee suavemente su puerta.

- ¡Adelante! – grito desde el otro lado.

Abrí lentamente la puerta, y cuando entre completamente mis ojos conectaron con los suyos desde la cama.

- Ya llegue amor – me acerque a él con los brazos abiertos.

El repitió mi acción y cuando estuve enfrente de él me incline para poder darle el abrazo que deseaba desde esta mañana.

- Pensé que ya no vendrías – hablo con voz de niño chiquito y hundió su cabeza en mi cuello cuando sentí que me abrazo con más fuerza.

Me separe y me senté con las piernas cruzadas enfrente de él.

- Oye, te dije que vendría cada día para estar contigo y es algo que eh estado haciendo desde hace meses.

- Pensé que ya te habías ido a Nueva York – note como su voz se empezaba a cortar – creí que te habías ido sin despedirte de mí.

Era cierto desde hace una semana yo tendría que estar en Nueva York.

Tome su rostro con mis manos y note como sus ojos estaban cristalizados, indicando que en poco tiempo sus lágrimas empezarían a caer.

- Empezare la carrera el próximo año.

- ¿Por qué? – pregunto confundido incorporándose mejor en la cama.

Tenía la respuesta a su pregunta y sabía que el también, pero decidí alterar un poco la respuesta.

- Quiero decir que viajare hasta el próximo año – hable intentando sonar lo mas convincente posible – por el momento lo haré todo a distancia.

No aguante más y acorte nuestra distancia acercándome a él hasta que mis labios se unieron con los suyos.

No quería que esto se terminara, quería seguir teniendo más de esto.

Nos separamos y me quede viendo cada parte de su rostro.

Notaba como su rostro estaba cada día más delgado al igual que su cuerpo, esto lo noto cada vez que lo abrazo, lo tomo del rostro, o cuando entrelazo nuestras manos.

Mi chico estaba desapareciendo poco a poco.

No estuve consiente de cuánto tiempo estuve mirándolo, hasta que sentí la yema de sus dedos en mis mejillas, limpiando las lágrimas que no se en que momento empezaron a caer.

- ¿Cariño que tienes? – pregunto en casi un susurro y se notaba la preocupación en su voz.

- Nada es solo que... - deje las palabras en el aire sin saber que decir.

Baje la mirada sin poder enfrentarlo.

- ¡Ey! ¡Ey! Mírame – me tomo del mentón obligándome a mirarlo - ¿Que pasa amor?

Pero esta vez no me pude contener.

- ¡No quiero quedarme sola! – grite con la voz rota - ¡Quiero estar contigo hasta que estemos viejitos, como lo prometiste!

Abrió la boca para decir algo pero lo interrumpí.

- ¡Quiero que esta mierda sea solo un sueño! ¡Y que al despertar tu estés bien!.... Conmigo.

No soporte más y hundí la cabeza en su pecho dejando que las lágrimas cayeran.

- No quiero decirte adiós – solté un sollozo.

Me tomo de los hombros y me separo de él.

- No tendrás que decirme adiós cariño.

Lo mire confundida sin comprender lo que decía.

- Prometo buscarte en nuestra siguiente vida.

- ¿Y si no coincidimos? – pregunte.

- Simple, si tengo que esperar diez vidas, te espero, y si el destino insiste, te espero quince.

Otra vez no pude decir lo que quería, solo lo pensé.

Te amo Gallagher.

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Hasta aquí el CAPITULO XXVII

Nos vemos en el CAPITULO XXVIII


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