24. Razones de insultos y fobias (pt. 1)

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Anthony tenía la guardia aquella noche. De haberlo sabido, no habría salido de mi habitación y no habría ido al porche a tomar un respiro.

Se suponía que debía estar dormida, no obstante, algo me mantenía inquieta. Sorprendentemente, me sentía bien en cuanto a la situación con Ryan. Aún me sentía ligeramente atraída hacia él, pero en mayor parte ya lo había superado. Lo cual era bueno, así que no lograba comprender por qué estaba tan ansiosa. Algo me molestaba, aunque no sabía qué.

Al salir de la cabaña, visualicé la luz cálida de una fogata en la parte trasera, donde Michael había construido aquel mecanismo que nos traía agua desde el río. Creí que Michael estaba de guardia, por lo que me acerqué a charlar algunas de mis inquietudes con él, pero me encontré con Anthony. Antes de poder retractarme, él me vio y movió su trasero unos centímetros a la derecha para hacerme espacio en el tronco que estaba sentado. No pensé que deseara compañía, pero al parecer se encontraba de buen humor.

Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta y me senté junto a él sin pronunciar palabra. Entramos en un cómodo silencio, estando conscientes de la presencia del otro, sin darle mucha importancia.

Anthony comenzó a jugar con chispas en sus manos. La electricidad corría por sus dedos de una manera hipnotizante. Tenía manos fuertes y largas, con costras en los nudillos por los entrenamientos, como el resto de nosotros. Normalmente no hubiera descrito a Anthony como elegante, pero la manera de controlar los pequeños rayos de electricidad en sus manos sí podía serlo.

Ambos nos habíamos cambiado los atuendos de la fiesta. Ya que Anthony había regresado a la cabaña sin playera, se había colocado una nueva y una sudadera azul encima que tenía el escudo de su preparatoria en ella —un león rugiendo y las palabras «Preparatoria Osment» en cursiva—. Yo tenía unos pantalones deportivos de tela gruesa, del tipo que las chicas generalmente utilizábamos cuando no deseábamos pensar en un atuendo elaborado, y una playera de manga larga con mi chaqueta. Había adoptado ese conjunto como mi pijama, ya que la que había llevado no era muy conveniente para el clima frío del bosque.

Estaba siendo un momento agradable sin que ninguno abriera la boca, pero a Anthony, como siempre, le gustaba arruinarlo:

—Si sigues mirando mis manos, Alien, comenzaré a creer que te gustaría que las utilizara contigo—insinuó con una sonrisa ladina.

Rodé los ojos y le di un golpe en el brazo con la palma abierta. Recibí una ligera descarga de electricidad a cambio, pero sabía que no había sido intencional, sino más bien un acto reflejo. Normalmente las descargas eléctricas de Anthony eran mucho más fuertes.

—Solo estaba pensando en la misión pasada —expliqué tranquilamente—. Agua y electricidad. Normalmente serían casi opuestos, pero podríamos hacerlos funcionar juntos.

Anthony dejó de crear electricidad y me miró con intenso aburrimiento.

—¿Estás intentando crear alguna clase de lección aquí, Alien? ¿En serio?

Me encogí de hombros a la defensiva.

—No es ninguna clase de lección, solo es la verdad. Ya tenemos la tregua. Seremos un equipo por diez años, Chispas, necesitamos hacer funcionar esto.

La fogata comenzó a extinguirse lentamente, por lo que la avivé al lanzar múltiples ramitas secas y con un poco de control de fuego. Anthony me dio la razón con un gruñido, lo cual era mejor de lo que pude haber esperado.

—Desde un poco antes de la fiesta he tenido este extraño sentimiento de que necesito hablar contigo —expresó con dificultad—. No sé por qué. Es solo... un sentimiento. Disculparme por algo. Y yo nunca siento la necesidad de disculparme.

Anormal | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora