19. Segunda (primera) misión

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Algunas horas después, teníamos puestos los feos trajes negros y el equipo de comunicación que Michael había ideado. Repasamos el plan una vez más antes de prometer que seguiríamos las órdenes de Kira y Andrew sobre mantenernos unidos.

Michael y Ryan cargaban con mochilas con equipos médicos. Habíamos aprendido en la primera misión a no depender tanto de los poderes de Michael para salvarnos la vida, en caso de que hubiese alguna tormenta. Por otro lado, Eagle y Brandon llevaban mochilas con cualquier cosa que se nos ocurrió que podría ser necesaria en la misión: sogas, linternas, botellas de agua, cambios de ropa, barritas nutritivas, binoculares, etcétera.

Kira había dejado la fotografía de un lugar seguro para teletransportarnos. Frederick decidió llevarnos uno por uno, con la esperanza de agotarse menos, aunque, según él, no hubo mucha diferencia.

Esa vez aparecimos a las afueras del establecimiento, al borde de un bosque. El cielo no estaba del todo despejado, sin embargo, no parecía que fuese a llover. Me faltaba algo de práctica con el control sobre el clima, pero sentía que se mantendría estable. Los árboles del bosque nos protegían de ser vistos mientras esperábamos a que Frederick terminara de transportar a todo el equipo.

Miré al edificio desde nuestra posición. A pesar de la iluminación del sol, parecía haber algo oscuro ahí, como su estuviese rodeado por una invisible nube negra. Presentía que no era un edificio común, sino que ahí se llevaban a cabo experimentos fuera de lo normal. Kira había dicho que habían laboratorios y almacenes, pero parecía haber mucho más. Entendí por qué Andrew nos advirtió de no investigar más allá. El peligro se sentía incluso a esa distancia.

—Hay algo mal con este lugar —comentó Eagle a mi lado.

—Por si no lo has notado, hay algo mal con cualquier lugar al que nos envían —respondió Anthony detrás de nosotros.

Me agaché para tomar seis piedras del tamaño de la palma de mi mano. Se me había ocurrido una idea y aquel era el mejor escenario para probarla.

—¿En la cabaña? Hay algún monstruo nocturno por el cual debemos hacer guardias —explicaba Anthony—. ¿La primera misión? ¡Clavos envenenados y una maldita tormenta! ¿La segunda primera misión? Una vibra extraña y peligrosa. No es ninguna sorpresa, y algo me dice que es mejor que nos acostumbremos de una vez.

Tomé su mano y le entregué una piedra mientras hablaba. Estaba concentrado en dar su punto de vista, así que tomó la piedra sin dudar. Fui haciendo lo mismo con el resto de los chicos, recibiendo miradas extrañadas. Al terminar de hablar, Anthony notó lo que había aceptado en sus manos y la lanzó a la tierra, sin darle importancia. Gruñí y la recogí para devolvérsela.

—Guarden la piedra —ordené, mirando a Anthony—. Si alguno se encuentra en peligro, la utilizaré para defenderlos.

—Como si necesitáramos que una chica nos defendiera... —masculló Anthony. Brandon le dio un sutil codazo.

Ignoré a Anthony.

—Y también, si mi teoría no falla, mientras mantengan esa piedra con ustedes, podré saber exactamente en dónde se encuentran. Tenemos el sistema de Michael, pero nunca está de más un respaldo.

—¿Podrás localizarnos... con una piedra? —cuestionó Ryan.

Me encogí de hombros.

—No sé explicar cómo, pero sé que cada piedra que ustedes tienen es... distinta. Ahora que ya las toqué, puedo sentir su, ejem, energía y puedo localizarla. Es parte de mi poder sobre los cuatro elementos, supongo.

Anormal | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora