9. Noche de guardia

42 10 7
                                    




La noche cayó antes de lo esperado. Anthony y Brandon no habían terminado con su habitación —habían perdido algo de tiempo haciéndome su pequeña broma—. Nosotros, por ende, tampoco.

Habíamos encontrado sábanas y almohadas en el sótano, por lo que a la mayoría de los chicos no les importaba dormir sobre esos colchones mohosos y polvorientos. Yo no sabía si era por mi lado femenino o sencillamente porque me gustaban las cosas limpias, pero ni loca iba a dormir en un colchón así.

En realidad para decidir quién haría guardia no fue un gran lío. El mínimo de personas era uno, no había máximo. Anthony y yo nos anotamos para la primera noche y para todas las noches en donde no hubiese un lugar decente para dormir.

—No podemos dejarlos solos a ustedes dos —mencionó Brandon seriamente al ver que éramos los únicos dispuestos a hacer guardia.

—Qué tierno, te preocupas por nosotros —respondí con genuino agradecimiento. —No pasará nada. Sabemos protegernos.

Frederick rio ante mi inocencia.

—Brandon se refiere a que no podemos dejarlos solos porque son capaces de estrangularse mutuamente.

—Oh. Qué mal que piensen así de nosotros. Yo nunca recurro a la violencia —expresé como si nada.

Seis pares de ojos me vieron con incredulidad.

—Hace menos de cinco minutos le gritabas a Anthony que le cortarías los testículos mientras dormía —recordó Brandon.

Fingí meditarlo por un momento.

—No, no recuerdo haber hecho eso.

Lo cierto era que le había gritado muchas cosas a Anthony. Le dicté todas y cada una de las maneras que él podía sufrir siendo yo la responsable de su dolor mientras Frederick me sostenía por la cintura para evitar que lo golpease. Anthony solo se reía, como siempre. Armé un pequeño lío, pero nada de qué preocuparse.

Después de lavarme en el río y que mis instintos asesinos contra Anthony hicieran acto de presencia porque me fue muy difícil quitar toda la pintura del cabello, regresé a la cabaña mucho más relajada. O eso creía. Al momento de ver a Anthony, toda esa paz interior que creía haber logrado se evaporizó. Frederick ya tenía previsto mi arranque de agresividad y él fue quien evitó la segunda pelea entre Anthony y yo.

Tenía sentido que no nos dejaran solos.

—Yo haré guardia con ustedes —ofreció Ryan.

Anthony y yo reímos.

—No pudiste ganarle una pelea a Camila donde ella ni siquiera se esforzó, ¿y crees que podrías detenernos a los dos juntos? —se burló Anthony.

Normalmente hubiese defendido al chico que me gustaba, pero mi enfado con él había revivido. Estaba enfadada con todos, a excepción de Frederick. Yo vi a Ryan ahí, frente a la puerta, solo observando mientras la pintura caía sobre mí. No hizo absolutamente nada.

Tampoco necesitaba que me defendieran, podía hacerlo sola. Tan solo necesitaba que no se pusieran del lado de Anthony. Eso era más que suficiente para saber que me apoyaban silenciosamente. Era mucho mejor que negar que me conocían y además haber participado en hacerte pasar vergüenza.

—Iré yo —dijo Frederick.

Le acaricié el hombro, negando con la cabeza.

—Deberías descansar —sugerí suavemente. —Estás exhausto, Frederick.

Anormal | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora