10. Entrenamiento con el novato

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La broma de la pintura había sido sufrida principalmente por mi cabello. No siempre lo admitía, pero yo era vanidosa. Me gustaba usar mascarillas, tener el cabello peinado, las uñas con esmalte, la piel hidratada, cuello perfumado... Me tomaba muchas horas a la semana para lucir como lucía y, lógicamente, me molestaba cuando alguien arruinaba lo que tanto trabajo me había costado.

A pesar de haberlo lavado un par de veces, mi cabello aún se sentía seco y enredado. No era ninguna sorpresa que la pintura no era una mascarilla perfecta.

Podía soportar la vergüenza e incluso la picazón que la pintura había dejado sobre mi rostro, pero haría algo para vengar el estado de mi cabello. Nadie se metía con él.

Fue sencillo identificar el objetivo de la broma que le haría a Anthony. No podía hacer lo de la pintura de nuevo porque sería poco original y además no sabía cómo él había hecho para colocar el envase sobre el umbral de la puerta del sótano. Tampoco tenía mucha imaginación para las bromas, yo prefería el método de "golpear y enfadarme hasta que todo saliera como yo quería", así que la primera idea que llegó a mi mente fue cortar su cabello.

Y eso hice.

Las ventajas de haber hecho el inventario con los chicos era que yo sabía perfectamente qué teníamos en el sótano y dónde encontrarlo. No me fue difícil encontrar aquellas máquinas para cortar cabello que siempre utilizaban en los chicos. Lo que me llevó más tiempo fue esperar a que Anthony cayese profundamente dormido mientras hacía guardia.

A la mañana siguiente Michael y yo ni siquiera saludamos a Anthony al entrar a la cabaña. Fingimos no notar su nuevo corte de cabello y fuimos a la cocina como si nada.

En la cabaña no habían espejos y nadie estaba ocupando mucho sus celulares debido a que era inútil, así que Anthony no fue consciente de su aspecto hasta que Frederick bajó a desayunar y comenzó a reírse.

—¿Dormiste bien, Tony? —preguntó casi a manera de burla.

Sonreí sin poder evitarlo. Michael estaba dándonos la espalda, cocinando algo en la estufa mientras Anthony y yo esperábamos en la pequeña mesa que había al centro de la cocina. No sabía de dónde llegaba el gas, pero, siendo honesta, no me importaba. Ni siquiera sabía cómo funcionaba realmente. Solo agradecía que Kira había sido lo suficientemente considerada para dejarnos un sistema de gas.

—Estuve haciendo guardia, Fred —proclamó orgullosamente—. No dormí.

Frederick me lanzó una mirada. Le guiñé un ojo sin disimulo. Ya ansiaba ver la expresión de Anthony al descubrir que la maquinilla había rasurado una perfecta franja al centro de su cabello. La primera razón para solo haber rasurado una parte de su cabello fue que de esa manera lucía peor, y la segunda fue que por poco despertaba mientras lo hacía.

—¿De qué me perdí? —habló nuevamente Anthony, confundido por el intercambio de gestos entre Frederick y yo.

—No debiste haberte quedado dormido anoche... —canturreé.

Anthony entrecerró los ojos hacia mí.

—White, juro que si hiciste algo-

—¿Qué harás? ¿Me lanzarás más pintura, Chispas? Quiero ver que lo intentes.

Anthony gruñó y comenzó a revisarse la ropa y los zapatos. Al no encontrar nada, me miró con desconfianza. Salió de la cocina para subir al baño, donde se encontraba el único espejo en la cabaña entera. Además de los del sótano que esperaban a ser instalados, claro.

Anormal | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora