36. En voz alta

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Una vez que mis hermanas se fueron a dormir, continuamos hablando de las múltiples teorías que pasaron por nuestras mentes, recolectando todo lo que pudimos sobre la fiesta y sobre las actitudes de la Sinfonía. A veces Anthony Paranoico hacía buenas aportaciones, pero en general solo nos estresaba. Comprendí por qué Brandon había querido llevarlo a dormir.

Concluimos en que no podíamos hacer nada si no sabíamos a dónde habían llevado a Frederick. No podíamos planear una misión sin saber en qué escenario nos encontraríamos. Basándonos en nuestras experiencias pasadas, ni siquiera sabiendo el escenario podríamos hacer un buen plan. Nuestros planes solían arruinarse con frecuencia, solo el último par de misiones antes de que renunciara habían sido exitosas sin contratiempos, pero eso se debió a que los siete por fin habíamos aprendido la dinámica que nos acomodaba. Ahora que éramos seis, no sabía cuánto podría cambiar.

—Necesitamos colarnos a las oficinas de la AAD —propuso Anthony.

Ya era pasada la medianoche, todos nos sentíamos cansados, pero ninguno estaba dispuesto a dormir hasta averiguar la forma de salvar a Frederick. De alguna manera, cada uno de nosotros nos sentíamos culpables por su desaparición. Ellos por no evitarla y yo por no haber estado ahí. Nuestra consciencia se encargaba de mantenernos despiertos.

Brandon había recargado su espalda contra la puerta del horno, con la cabeza de Anthony sobre su hombro y, a su vez, la cabeza de Ryan sobre el hombro de Anthony. Eagle y Michael estaban acostados en el piso, conmigo ocupándolos como almohadas, mientras mi cabeza estaba posada sobre el vientre de Eagle, mis piernas reposaban sobre las de Michael. Juntos formábamos una "H", yo siendo la línea horizontal.

—¿De qué hablas? —preguntó Eagle, después de una risa.

Para ese momento habíamos escuchado tantas ideas alocadas de Anthony Paranoico que habíamos aprendido a tomarlas con humor.

—Si existe otra academia, otras dimensiones, otras líneas temporales... si saben algo sobre el Trío o sobre el equipo de Jack... debe estar en las oficinas de la AAD, especialmente en las de la Sinfonía—explicó Anthony—. Por algo nunca nos dejan entrar ahí.

Eagle rio de nuevo, haciendo que mi cabeza vibrara con su risa.

—Nunca podríamos entrar a las oficinas generales, ni mencionar las oficinas de la Sinfonía.

—Lo dices como si ya lo hubieras intentado —insinué con una sonrisa.

Por nuestras posiciones, no podíamos ver el rostro del otro, pero sabía que él estaba sonriendo cuando me respondió:

—No siempre soy el chico bueno, White. A veces me gusta romper las reglas.

Resoplé, evitando decirle que él era el ejemplo perfecto de chico bueno, no importaba cuántas reglas rompiera.

—¿Están coqueteando? —preguntó Anthony. Ante nuestro silencio, se respondió a sí mismo. —Oh por Dios. Están coqueteando. Voy a vomitar.

Eagle y yo reímos.

—Enfoquémonos en Frederick, ¿de acuerdo?

—Para bien o para mal, la idea de Anthony Paranoico es la mejor que tenemos hasta ahora —dijo Michael—. Podemos colarnos a las oficinas de la Sinfonía y averiguar todo lo que podamos.

—¿Nos estamos tomando este plan en serio? —cuestionó Eagle. Suspiró al escuchar nuestras afirmaciones. —Las oficinas de la AAD están protegidas mayormente por barreras mágicas, lo cual hace que sea mucho más difícil colarnos. Además de que, claro, las barreras no fueron hechas para que sea posible pasarlas.

Anormal | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora