28.5. Cielo verde

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(Primera noche en la base de operaciones)


La primera noche en la cabaña fue dura. No solo porque dormí afuera sobre una roca, fingiendo hacer guardia, sino también porque aquel buen sentimiento que tenía sobre el equipo se había esfumado por completo. Íbamos a ser un desastre.

Al no poder dormir cómodamente, dejé mi puesto con Michael y entré a la cabaña para ir a la cocina. Debía haber algo que ya estuviera hecho, que no necesitara de mi nulo conocimiento para cocinar.

Rebusqué en el refrigerador y en los estantes, pero no encontré nada que se viera listo para comer. Respingué al escuchar el ronquido de alguno de los chicos. Las paredes de la cabaña eran muy delgadas, iba a ser difícil encontrar privacidad.

Opté por servirme un vaso con agua. No había gran ciencia detrás de eso.

Escuché pasos entrar a la cocina. Sin realmente pensar muy bien lo que hacía, lancé un golpe a la oscuridad. Mi puño rápidamente fue detenido por una mano firme.

—Tranquila, no soy Anthony —habló Eagle.

Aún no había electricidad en la cabaña. Me sorprendió que pudiera reconocerme.

—Lo siento. —Reí ligeramente. —Está oscuro y mis reflejos violentos se duplican.

Eagle soltó mi mano. Logré ver su silueta caminar hasta la barra donde me serví agua. La luz de la luna era extrañamente intensa en aquel bosque, impedía la oscuridad total, aunque solo lo suficiente para no tropezar con algo mientras caminabas. No podía detallar las facciones del rostro de Eagle, solo podía observar que se movía por la cocina con tanta fluidez que parecía que podía ver a la perfección.

—¿Estás bien? Pensé que estabas haciendo guardia con mi... —se aclaró la garganta—. Con Michael, me refiero.

Me senté sobre la mesa circular frente a la barra. Crucé mis brazos, intentando comprender por qué Eagle había hecho aquella pausa tan extraña.

—¿Eres gay? —lancé de golpe. Mi filtro de preguntas personales era mucho menor en la oscuridad de la noche.

Escuché la risa de Eagle. No una risa burlesca, sino una risa relajada. Esa fue, probablemente, la primera señal de que no tenía masculinidad frágil. Al menos no como Anthony.

—¿Te parezco gay?

Me encogí de hombros en respuesta, aunque él no podía verme. Observé que Eagle se quedó quieto, con su cadera recargada sobre la barra. Sentí su mirada sobre mí. Casi podía decir que sus ojos sabían exactamente dónde estaban los míos.

—No lo sé. No me gustan los estereotipos homosexuales —admití—. Mi hermana es lesbiana y no cumple con casi ninguno. No juzgo. Solo pregunto por curiosidad.

Eagle chasqueó la lengua.

—Mi hermano también es gay, aunque dudo que él sepa o lo quiera admitir. Pero lo conozco. Solo estoy esperando el día que él tenga la confianza de admitirlo. —Suspiró con lástima. —Yo, en cambio, soy totalmente heterosexual. Me gustan mucho las chicas.

Entrecerré los ojos con desconfianza.

—¿Entonces por qué pausaste antes de llamar a Michael tu "amigo"? Creí que había sido porque te gustaba. La gente hace ese tipo de pausas cuando no sabe cómo llamar a su novio, ya sea porque teme que el público sea homofóbico o porque entre ustedes no han aclarado su tipo de relación.

Anormal | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora