17. Invitación en el baño

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Eagle me enseñó a preparar pasta y hacer una sencilla ensalada de manzana. Comimos tranquilamente bajo la luz de algunas velas que encontramos en el sótano, mientras nos burlábamos de mi nula habilidad culinaria. Los demás chicos comenzaron a bajar a la cocina con nosotros, deseando probar algo de la abundante pasta que había, resultado de mis varios intentos fallidos de no quemarla.

Tuvimos que mover la mesa e improvisar sillas para que todos entráramos apretujados entre risas. Eagle, Brandon y yo estábamos sobre sillas de madera ya que habíamos sido los primeros en la cocina. Frederick había encontrado un par de cajas que alguien sacó del sótano y él y Ryan las ocuparon, su pecho quedando a la altura del borde de la mesa. Por último, Michael había estado dispuesto a comer de pie, recargado sobre la barra, pero Brandon le cedió su silla y entonces él terminó sentado sobre un cubo de pintura vacío.

¿Era realmente necesario que todos estuviéramos alrededor de la mesa? No, para nada. Pero resultó ser divertido. Era la primera vez que nos aglomerábamos casi todos en el mismo sitio.

—Oh, no, espera —pidió Frederick entre risas—. ¿Me viste el primer día que llegué a la AAD? —preguntó a Brandon.

Brandon era el único que no estaba riendo, de pronto mostraba alguna que otra sonrisa, pero nada como mis escandalosas carcajadas.

—¿Te refieres a que si te vi atravesado en un muro intentando salir y una vez que lo lograste fuiste a dar contra una máquina expendedora en donde quedaste atrapado repartiendo dulces hasta que llegó un profesor para ayudarte? —cuestionó Brandon de vuelta con cierto tono burlesco en su voz. —Sí.

Reímos, comiendo lo último de nuestros platos. Las carcajadas aumentaron exponencialmente cuando Ryan, entre risas, se atragantó con una hoja de lechuga y Frederick lo dejó amoratado por haber aplicado la técnica de Heimlich mal ya que no dejaba de reír.

Una vez que todos nos calmamos, Eagle fue quien tomó la palabra. Sus ojos relucían con un color ámbar, parcialmente por el brillo de las velas, pero sobre todo porque estaba utilizando sus poderes a medias. Había convertido su vista en una de búho para ver mejor en la oscuridad, aunque las velas nos daban suficiente luz.

—Será mejor que vayamos a descansar. Mañana tendremos un día cansado con esto de intentar ser un mejor equipo...

Todos asentimos y murmuramos de acuerdo. Michael se ofreció a lavar los platos y Frederick y Ryan regresaron la mesa a su lugar mientras Brandon cargaba las cajas y el cubo de pintura para llevarlos al sótano. Eagle dijo que él tomaría lo que restaba de la guardia aquella noche, así que yo seguí a Brandon al sótano, ya que ahí era donde yo prefería dormir.

Bajamos por las escaleras en silencio. Él dejó las cajas en una esquina y yo seguí caminando hasta donde ya había preparado una cama improvisada. Había noches demasiado frías en donde decidía dormir arriba en la habitación con Frederick, pero mientras soportara la temperatura, me era mejor estar en el sótano. Además, ahí los ronquidos de Ryan no se escuchaban.

Reparé en que Brandon me había seguido y se había quedado con el hombro recargado en una pila de cajas y los brazos cruzados, a espera de que le prestara atención.

—Oh, lo siento. —Reí. —Pensé que ya estabas arriba.

Brandon negó con la cabeza. Sus tatuajes llamaban mi atención. Algunos parecían estar relacionados, otros parecían totalmente aleatorios. Sus dos brazos estaban cubiertos de tinta negra, dejando apenas visible en algunas partes el pálido de su piel. Por la forma en que los tatuajes estaban colocados en sus hombros, sugería que tendría, al menos, parte del pecho y de la espalda tatuados también. Algún día le preguntaría qué significaba cada uno de ellos, si era que realmente tenían significado.

Anormal | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora