21. Antes de la fiesta.

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Desperté con la sensación vacía de que tuve un sueño intenso, pero no lo recordaba. Odiaba cuando sucedía eso.

Salí de la habitación que compartía con Frederick, aún haciendo un esfuerzo mental por recuperar las imágenes de mi sueño. Sin realmente prestar atención por dónde iba, tropecé con Anthony a mitad del pasillo. Él pareció ensimismado hasta que lo obligué a salir de sus pensamientos.

—Chispas, no te quedes a mitad del pasillo sin hacer nada —reclamé desinteresadamente.

Lo pasé de largo, intentando concentrarme de nuevo. Él ni siquiera se molestó en insultarme o quejarse. Por un momento pensé que había sido por la pequeña tregua, hasta que me di la vuelta y lo encontré casi en la misma posición de cuando tropecé con él: con la mirada perdida y el ceño ligeramente fruncido con confusión.

—Eh, ¿todo bien? —inquirí, tomándolo por el brazo.

Anthony pareció despertar del trance al que había entrado y asintió. Miró a su alrededor, como si no creyera dónde estaba. Se asomó por la puerta de su habitación y señaló la ventana.

—¿Cuándo anocheció? —cuestionó con extrañeza.

Fruncí el ceño y reí, sin molestarme en ir a ver la ventana. El pasillo era oscuro incluso de día.

—No ha anochecido —respondí con obviedad—. Apenas tomé una siesta de un par de horas.

—¿Tomaste una siesta? —preguntó, como si intentara recordarlo. —Si tú estabas tomando una siesta, ¿yo qué estuve haciendo este tiem-

Escuchamos pasos subir por las escaleras que aún crujían como si en cualquier momento fuera a ceder por nuestro peso. Era de las pocas áreas en donde aún no cambiábamos las tablas de madera. Michael apareció en el pasillo con una sonrisa y nos señaló:

—Justo los estaba buscando. Necesitamos instalar el sistema de agua antes de irnos a la fiesta en una hora. Solo necesito un poco de electricidad y a alguien que controle el agua para asegurarnos que funcione, no nos tomará mucho tiempo.

Solté el brazo de Anthony y calculé la hora mentalmente.

—¿Fiesta en una hora? ¿No se supone que nos iríamos por la noche?

Michael miró a su alrededor, como si esperara a que dijera que estaba bromeando.

—Hum, ya anocheció, Cami.

Miré a Anthony y él me lanzó una sonrisa triunfante por tener la razón. Alcé las cejas con sorpresa por mis habilidades para dormir por tanto tiempo.

—Uf, siento que dormí apenas algunos minutos —comenté, negando con la cabeza para restarle importancia. —Vamos a instalar el sistema. Extraño utilizar la bañera.

Bajamos a la sala de estar, olvidándonos por completo de mi extraño desfase temporal. Justo en ese momento Ryan pasó a toda velocidad frente a nosotros, recorriendo frenéticamente la cabaña, esquina por esquina, y chocando con algunos muebles de vez en cuando ya que al parecer aún no aprendía a frenar correctamente.

—Mi camisa azul —masculló. Se dio la vuelta y colocó ambas manos alrededor de su boca para que su voz tuviera más alcance. —¿Alguien ha visto mi camisa azul? —gritó.

—¿La camisa azul que usaste para el debate en Sociales?

Ryan lo pensó por un segundo, mientras yo me maldije mentalmente por recordar ese detalle sobre él. No tuve tiempo para corregir mi error antes de sentir una punzada en mi cabeza. Hice una pequeña mueca de dolor y vi que Ryan reaccionó igual, casi como si también hubiera sentido aquella corta punzada, aunque quizás solo me imitó inconscientemente. Sacudió su cabeza y retomó la charla después de que Michael me preguntara si me encontraba bien.

Anormal | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora