37. Dos funerales

39 9 18
                                    


Dos semanas después nos encontrábamos de vuelta en la Cabaña.

La Sinfonía se había encargado de revisar que no hubieran trampas. Nos informaron que la barrera que habían colocado para que no entraran personas ajenas a ambas generaciones de los Equipos Élites estaba dañada, fue así como yo pude entrar sin problemas. Si antes no lo habíamos hecho, era el momento indicado para tomarnos las guardias nocturnas en serio. La Sinfonía no podría protegernos por mucho más tiempo.

Antes de regresar a la Cabaña, mi casa había funcionado como punto de reunión. Todos habían estado ahí con anterioridad. De hecho, todos habían casi muerto ahí con anterioridad. Así que, al seguir vivos, consideramos que era un buen lugar para vernos.

Natalia y Cristina al principio sospecharon de mi nueva compañía, pero Andrew les explicó que habíamos perdido a un amigo, así que comprendieron. Éramos como un grupo de apoyo. Mis hermanas pronto se acostumbraron a la presencia de los Anormales en nuestro hogar. Cristina incluso había tomado confianza y venía a ver películas con nosotros.

Las misiones se detuvieron por aquellas dos semanas. La Sinfonía sabía que necesitábamos tiempo.

El funeral oficial de Frederick se llevó a cabo una semana después de que nos enteramos de la noticia. Viajamos a Australia para asistir. No sabía con exactitud qué le habían dicho a su familia, pero ninguno de nosotros tuvimos agallas de acercarnos a dar el pésame. Nos sentamos al fondo de la capilla, en silencio, sin llamar la atención.

Fue un servicio pequeño. La familia de Frederick se reducía a su padre y un par de tías, junto con algunos primos pequeños. No tenía familia materna, su madre había fallecido al dar a luz. Al yo ser la ex de Frederick, una de sus tías me reconoció, pero la evité y me fui de ahí antes de que se pudiera acercar. No podía hablar de Frederick sin mencionar nuestro tiempo juntos en la AAD y no podía mencionar la AAD, así que no hablé.

Los Anormales decidimos hacer nuestro propio funeral. Decir nuestras propias palabras, nuestros propios discursos. A Frederick le hubiera gustado que no olvidásemos esa parte de él, la parte que pertenecía con nosotros como Equipo Élite.

No había cuerpo para enterrar ni cenizas para guardar, por lo que solo hicimos una pirámide con piedras, a la orilla del río. Michael había tenido la idea de hacer una placa con el nombre de Frederick para que aquella pirámide de piedras no se viera aleatoriamente colocada. Para que se dejara claro que era un lugar de conmemoración.

Nos tomamos turnos para hablar sobre Frederick. Todos se esforzaron por decir lo mejor que recordaban, incluso Anthony evitó cualquier comentario sarcástico. Yo fui la última en pronunciar palabra, sin saber muy bien qué decir en mi discurso.

—Frederick merecía una vida larga y saludable. —Contuve el temblor en mi voz. —Merecía ser feliz. Merecía ir a la universidad y estudiar lo que le gustara. Merecía encontrar a alguien para enamorarse de nuevo. Merecía reconocimiento por todo el trabajo que hizo en el Equipo Élite. Merecía muchas cosas.

Suspiré. Desvié la mirada, encontrándome con los ojos de mi primo a varios metros de distancia. Todos los integrantes de la Sinfonía nos acompañaban respetuosamente, sabían que este segundo funeral era más para nosotros que para Frederick, pero quisieron demostrar su apoyo al quedarse a presenciarlo.

—Es por eso que me quedaré en el Equipo Élite —anuncié. Los chicos alzaron sus miradas. —Frederick merece una muerte digna. No hay nada que yo pueda hacer para regresarlo a la vida, pero sí para honrar su muerte.

Miré con intensidad a Andrew, para que comprendiera que el mensaje iba para él.

—Sabemos que hay mucho más detrás de su muerte de lo que el equipo de Jack nos dejó saber. Averiguaremos hasta el último detalle y le haremos justicia. Entonces Frederick verdaderamente descansará en paz.

Anormal | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora