Maratón 1/3
Narra Bill:
Conducía tranquilamente, observando el lindo paisaje del bosque cubierto de nieve que rodeaba la carretera. He conducido por tres horas, y el camino ha sido de lo más agradable... mi bebé y yo platicamos como hace mucho no lo hacíamos, no esa clase de pláticas serias, todo lo contrario, fueron cosas banales y divertidas, disfrutamos de la música en la radio y en general tuvimos un momento bueno entre nosotros. Afuera hacia un frío crudo que te helaba hasta los huesos, pero dentro de mi auto el ambiente era cálido y me encantaba que el aroma a bebé de Emma inundara a mi auto.
Un camino un tanto escondido entre los imponentes árboles de hizo presente, inmediatamente conduje por él. Era el camino a la cabaña de mis padres.
Sonreí en cuanto la bonita construcción se hizo presente frente a mi ojos... era una cabaña realmente linda, la cual se ha mantenido más que bien a lo largo de los años, sumamente hogareña y acogedora, perfecta para el invierno, rodeaba de enormes árboles.
Emma va a adorar esto.
— Llegamos bebé— dije mientras estacionaba mi auto fuera de la cabaña. Observé a Emma por el espejo retrovisor, y mi pequeñita se había quedado dormida en su silla de seguridad para niños.
Era hora de despertarla.
Me moría por ver su carita de emoción al ver la cabaña.
— Mierda— me queje un poco por el frío luego de bajar por mi auto.
Rápidamente abrí la puerta de los asientos traseros y me acerqué a dónde Emma se encontraba, con sus ojitos cerrados, respirando tranquilamente mientras abrazaba a su ratón. Era simplemente preciosa.
— Mi amor— con un tono de voz bajo comencé a dar caricias en su mejilla, buscando despertarla— Nena llegamos.
— Mmm...— luego de unos segundos Emma emitió unos pequeños quejidos, aunque aún así se rehusó a abrir sus ojos. Claramente el camino en auto la había arrullado.
— Vamos bebé... despierta, tenemos muchas cosas que hacer cariño, no te puedes quedar dormida aquí— dije moviéndola un poco, buscando despabilarla.
— P-Papi...— su voz entrecortada me hizo saber que no estaba del todo feliz por despertar.
Odia que interrumpan sus siestas.
Se formó un pucherito en sus labios.
Oh no... estaba a nada de ponerse a llorar.
— Oh no no, bebé tranquila— rápidamente desabroché los cinturones, liberándola de su silla de niños. La senté a horcajadas en mi regazo, acariciándola con cuidado, abrazándola para darle calor con mi cuerpo— Ya ya mi amor, no llores bebita, tranquila nena— besé sus mejillas y sus labios con cuidado, de manera inocente, buscando despabilarla.
Emma abrió lentamente sus ojos, viéndome adormilada.
— Papi... dormir— se acurrucó en mi.
— ¿Segura?— besé sus labios una vez más, quedando encantado por su dulzura— Creí que estabas emocionada por estar aquí...
Luego de unos segundos mi bebé abrió sus ojos, dando un pequeño bostezo, viéndome con una ceja alzada.
— ¿Llegamos?— me pregunta con su angelical voz.
Acaricié su suave cabello.
— Así es bebé, porque no volteas a ver y me dices qué tal te parece el lugar.