Maratón 2/3
Narra Emma:
Miedo.
Tristeza.
Angustia.
Esas eran las emociones que me invadían y me hacían sentir realmente mal.
Abrí mis ojos y desperté sumamente sobresaltada. Sentí un puchero formarse en mis labios y las lágrimas comenzando a formarse en mis ojos.
— Papi— dije con necesidad. Volteé a ver al otro lado de la cama, y mi papi no se encontraba ahí, lo cual me hizo sentir sumamente intranquila— Papito...
¿En dónde está? Me sentía mal y quería que me abrazara para consolarme.
Había tenido una pesadilla.
Recuerdo que hace muchos tiempo, cuando aún vivía con papi, vi una película de terror con él, una de un payaso que mataba personas. Recuerdo que esa película me dio mucho miedo, y desde entonces papi jamás me permitió volver a ver una película de terror. Bueno, ahora entiendo la razón, había tenido una pesadilla con ese feo payaso.
Con lágrimas en mis ojos volteé a ver el reloj en la mesita de noche, pasaba de media noche.
Lo último que recuerdo es que papi me tenía en sus brazos mientras me daba mi leche, estábamos en la cama hasta que yo me quede dormida. Pensé que él se había dormido a mi lado... ¿pero por qué no estaba en la cama junto a mi?
Observé la habitación, notando que la luz del baño estaba prendida.
Espero papi esté ahí.
Llorando, salí de la cama, sintiendo mi pañal un poco pesado... rápidamente me dirigí al baño y gracias al cielo la puerta estaba abierta.
Fue recibida por el vapor del baño y el sonido de la ducha.
Volteé a ver hacia la regadera, las mamparas de cristal se encontraban empañadas y escuchaba a papi tararear una canción mientras que lavaba su cabello con shampoo.
— Papi— moví mis pequeñas piernas rápidamente hacia la ducha, sintiendo algunas lágrimas caer de mis ojos. Abrí la mampara y rápidamente ingresé a la ducha con él, abrazándolo por la espalda, sintiéndome aliviada al por fin estar junto a él.
— ¿Pero qué...— sentí su cuerpo sobresaltarse un poco asustado. Rápidamente se volteó, viéndome sorprendido— Emma ¿que haces aquí? Tú pijama ya está toda empapada y...— lo miré con un pucherito y mis ojos cristalizados, cambiando su expresión sorprendida a una preocupada. Cerró la llave del agua y me tomó de mis mejillas— Cariño ¿qué pasa? ¿Te sientes mal? Okey, ahora mismo vamos al doctor y...
— Tuve una pesadilla— dije cansada, abrazándolo aún más, de manera desesperada— Soñé que ese payaso feo de la película estaba aquí papi... ¡era muy feo!
Papi suspiró y asintió.
Tomó mi mano y nos hizo salir de la ducha.
— Déjame quitarte esto, tú pijama se mojó toda y no puedes dormir así bebé — desabrochó el cierre de mi mameluco y comenzó a quitar este hasta sacarlo de mi cuerpo, dejándolo en un cesto de ropa sucia— Nena, solo fue un mal sueño. No hay ningún payaso feo aquí mi amor, solo estamos tú y yo. Nada ni nadie va a hacerte daño— retiró las cintas de mi pañal, tirando este en el bote de la basura— Además, yo estoy aquí para cuidarte... ¿ya estás más tranquila beba?
