Narra Bill:Caminaba con mis piernas temblando hacia la habitación de hospital de Emma. La sonrisa en mi cara no había forma de quitarla y mucho menos todos la felicidad que sentía... ¡Emma había despertado! Mi bebé estaba bien, y no había mejor sensación que esta. Por fin mi bebita y yo podremos continuar con nuestra vida. Solo ella y yo juntos.
— Aquí voy...— me dije a mi mismo, dejando de lado los nervios, caminando decidido hacia la habitación.
Esto es lo que ella logra causar en mi, unos enormes nervios como si yo fuera un adolescente enamorado.
Fruncí mi ceño cuando escuché unos sonidos extraños que provenían dentro de la habitación. Parecían ser...
¿Gritos?
— ¿Qué pasa aquí?
Sin más tiempo que perder abrí la puerta, quedando un poco sorprendido con la imagen que tenía frente a mi.
Emma estaba sentada en la cama, usando la bata de hospital. Lo extraño en ella es que su carita estaba toda llena de lágrimas, su rojizo cabello estaba despeinado, su cuerpito temblaba y miraba con un genuino terror a la enfermera enfrente de ella, la cuál sostenía una pequeña aguja.
La enfermera de aproximadamente unos cincuenta años tenía una cara de estrés total, sus ojos veían a Emma con desesperación y enojo.
Y por último mi hermano Gustaf, estaba al lado de Emma intentando contenerla, observándola con lástima.
— Cariño tranquila, solo sentirán un pequeño piquete. Te prometo que no te dolerá nada mi amor— le pide Gustaf acariciando su cabello— Solo pondrán esa pequeña aguja en tu vena y...
— ¡No!— Emma lloriqueo asustada, intercalando su mirada paranoicamente entre mi hermano y la enfermera, derramando unas pocas lágrimas — ¡Ella me quiere lastimar! ¡Quiere cortar mi brazo con esa cosa y no la voy a dejar!
— ¡Solo es una intravenosa niña!— exclama la enfermera ya perdiendo su paciencia, mirando de manera severa a Gustaf y a mi bebé— El doctor dio la orden de administrarle medicamentos a través del suero, y para hacer eso necesito conectar la manguera del suero con su vena, necesito poner esa aguja. Y ya que ella no me ha dejado hacerlo desde hace cuarenta minutos, me veré en la necesidad de llamar a más enfermas y retenerla con algunas correas para...
¿Amarrar a Emma con correas?
Okey, eso es algo que no voy a permitir. Mi bebé ya está demasiado asustada, aterrada diría yo. De seguro se siente bastante mal, y no quiero que su experiencia en el hospital sea aún más traumática.
— Eso no será necesario— dije de manera firme, llamando la atención de las tres personas en la habitación que no habían notado mi presencia.
De inmediato Emma y yo hicimos contacto visual. Mi corazón comenzó a latir de manera acelerada y sentí un escalofrío por mi cuerpo. Aunque ella no estuviera del todo bien, me sentía realmente aliviado y feliz de verla despierta.
Por su parte, Emma me observaba de manera suplicante, pidiéndome con sus ojitos llenos de lágrimas que la consolara.
— Señor, lamento informarle que solo se permite una visita dentro de la habitación— me dice la enfermera.
— Lo se— miré a mi hermano— Gustaf... ¿podrías esperar afuera? Yo me encargaré.
Mi hermano asintió sin problema. Se acercó a Emma y dejó un beso en su frente.
— Tranquila cariño— dice limpiando algunas de sus lágrimas— Vas a ver que no es la gran cosa, además eres una bebé valiente.
Gustaf salió de la habitación.