Narra Bill:1 año y medio después...
Me observaba frente a uno de los espejos en uno de los pasillos de mi casa. Llevaba puesto uno de mis mejores trajes, estaba hecho a mi medida, de una de las marcas más lujosas que existen... y aún así sentía que no estaba lo suficientemente arreglado para la ocasión. Llevaba en una de mis muñecas un reloj elegante, igual de elegante que mi perfume, mi cabello estaba estilizado y mi corbata se encontraba perfectamente centrada y anudada... sin embargo de los nervios no podía dejar de verificar que todo estuviera en su lugar.
Hoy sería la ceremonia de graduación de mi bebé.
Por fin mi pequeña Emma había concluido su preparatoria, lo cuál me hacía sentir más que orgulloso de ella, pues sin duda era un gran logro.
Observé mi reloj, marcaban las 11:25, a las 12:00 am se supone que deberíamos de estar en la escuela para la entrega de papeles. Al ser una preparatoria elite no se hacían cosas tan banales como una simple fiesta de graduación con adolescentes ebrios, esta sería una ceremonia más corta, elegante y formal por así decirlo.
— ¡Gustaf! ¡Emma!— grite cerca de las escaleras para que ambos me escucharan, ya que tanto mi hermano como mi bebé se encontraban aún en la segunda planta de mi hogar— ¡Tenemos que irnos ya o llegaremos tarde!
Agradecía que mi hermano estuviera aquí, ya que él se encargó de todo el proceso de estilizar a mi bebé. Mis habilidades para peinarla no eran las mejores, así que él arregló todo.
Escuché unos pasos acercándose a las escaleras, segundos después mi hermano comenzó a bajarlas al igual que mi bebé, ambos con sus manos entrelazadas.
— Oh dios...— exclamé en un susurro para mi mismo quedando anonadado por lo hermosa que Emma se veía.
Era como ver a un ángel bajando del cielo.
Mi Emma vestía un vestido de un color perla de tela satinada, el cual tenía dos moños a la altura de sus hombros, era un poco ajustado hasta la altura de su abdomen, con unas pequeñas perlas incrustadas en forma de cinturón, luego la tela era un poco más suelta y tenía un poco de volumen, llegaba hasta la mitad de sus muslos. Llevaba unas zapatillas a juego que la hacían ver adorable.
Su cabello estaba peinado en un lindo y prolijo moño que hacía resaltar su cabello rojizo. Mi Emma no tenía permitido usar maquillaje, solo el que venía en sus juegos para niñas. Sin embargo creo que mi hermano rompió esa regla el día de hoy, pues llevaba un poco de brillo en sus lindos labios. No necesitaba más, sus facciones eran tan perfectas que no necesitaba añadirles absolutamente nada.
— ¡Papi! ¡Papi mira!— mi bebé corrió hacia mi, por lo que no dudé en en cargarla, enredando sus pequeñas piernas en mi cintura— El tío Gustaf le consiguió una corbata a Remi. El también va a ir con nosotros hoy. ¿No crees que se ve muy guapo papi?
Prácticamente puso su ratón en mi cara para que lo observara.
Era impresionante el amor que Emma le tenía a su peluche. Cuando lo compré jamás pensé que le gustaría tanto.
— Tienes razón, se ve muy guapo. Pero tú te ves aún más guapa. Estas preciosa Emma— de inmediato logré que sus mejillas se pusieran sumamente rojas.
Tomé a mi Emma de su mandíbula y planté un buen beso en sus labios, la besé de manera lenta y tierna.
No pude disfrutarla como quería pues a los pocos segundos escuché un carraspeo proveniente de mi hermano Gustaf.
— Ya Bill, tendrás tiempo para eso luego. Tenemos que llegar temprano a la ceremonia de graduación de esta pequeña bebé— tomó una de las manos de Emma— ¿No es así mi amor?