CAPÍTULO 43: "Tu puta vida".

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-Nunca creas eso, nunca te sientas así. Cómo le dije a tu madre en el bar, eres lo más hermoso que tengo en la vida.- acaricia mi muñeca.

-¿Porque no te mandas a inyectar Libardo?.- ¿Qué?.

-¿Debería?.-dije sorprendido.

-Ya me fastidia utilizar siempre el condón.- asiento.

Es demasiado mandon, lo miro trastornado. Odio depender de él en fusiones y adquisiciones, otro cambio de humor de ochenta grados.

-¿Puedo saber que pasó con tus exs sumisos?-suelto de pronto.

Me mira con expresión plasmada.

-Que inquisitivo, avido de información, señorito Izasa.- me reprende en tono burlón.

-Mira quien habla, don "Porque-no-te-mandas-inyectar".- contraataco.

-Libardo, debes de hacerte esto.

-¿Ah, si?.- me estoy enfadando y demasiado.

-Si.- pasa su brazo por mi hombro pero lo retiro.

-¿Por qué?.- lo miro directamente a los ojos.

-Porque no quiero que quedes embarazado.

-¡Ni yo quiero quedarme! Bueno, al menos hasta dentro de unos años.- murmuro.

Jean parpadea perplejo, luego se relaja visiblemente. Bien, Jean no quiere tener hijos ¿sólo ahora o nunca?, me tiene alucinado con su súbito de arranque de sinceridad sin precedentes. ¿Será el alcohol?, ¿Será el hermoso clima de México?, ¿Qué más quiero saber?, Carpe diem.

-Bueno, ¿qué pasó con ellos entonces?.- pregunto, me desagrada pensar que Jean hizo con esos hombres lo mismo que me hace a mi.

-Algunos conocieron a otros, otros... querían más. A mi no me apetecía más.

-¿Y los demás?.- insisto, me mira un instante y niega con la cabeza.

-No salió bien.- bien, un montón de información que procesar.

Miro el retrovisor del coche y detectó el suave crescendo de rosas y aguamarina en el cielo a nuestra espalda. El amanecer nos sigue.

Una vez que estamos en la puerta de la casa de mi madre, Robert abre la puerta del coche y me permite bajar.

Jean entonces baja y me dirige a la entrada.

-No quiero que te vayas.- murmuró y siento mis piernas flagelar.

-Debo irme, nos veremos pasado mañana en Seattle, te lo prometo.- besa mis labios.

-¿Puedo convencerte de que te quedes?.- enrollo los brazos en su cuello.

-Eso ya me gusta más, pero me parece que has bebido demasiado.

-¿Me has emborrachado a propósito?.- dijo fingiendo enfado.

-Si.- su sinceridad me duele.

-¿Por qué?.- gruño.

-Por que le das demasiadas vueltas a las cosas y te veo tan reticente como a tu padrastro. Con una gota de alcohol ya estás hablando por los codos, y yo necesito que seas sincero conmigo. De lo contrario, te cierras como una ostra y no tengo ni idea de lo que piensas.-  Sincerità prima di tutto. Libardo.

-¿Y crees que tú eres siempre sincero contigo?.- me tomo de sus brazos.

-Me esfuerzo por serlo.- me mira con recelo.- Esto saldrá bien si somos sinceros el uno con el otro.- asiento.

-Quiero que te quedes y uses esto.- sostengo en alto el segundo condón. Sonríe divertido y le brillan los ojos.

-Libardo, está noche me eh pasado mucho de lo aceptable. Tengo que irme. Te veo el viernes, tendré listo el contrato nuevo y entonces podremos jugar de verdad.

-¿A jugar?.- pregunto.- ¿A la PlayStation o la Xbox?.- bromeó.

-Ya,va enserio.- ríe.- Quiero tener una sesión contigo, pero no lo haré hasta que hayas firmado, para asegurarme que estés listo.

-Ah ósea. ¿O sea que podría alargar esto si no firmó?.- juego con el borde de su camisa.

Me mira pensativo, luego se dibuja una sonrisa en sus labios.

-Supongo que si, pero igual reviento de la tensión.

-¿Reventar?, ¿Cómo?.- ríe mientras niega con la cabeza, deja un beso en mi mejilla.

Asiente y sonríe, provocador.

-Nos vemos el viernes, Libardo.- deja un corto beso en mis labios.- Entra ya.- otro en el cuello.

-Adiós, Jean. Creo que podré encontrar a alguien con quien utilizar esto.- digo alzando en alto el condón, le doy la espalda para no ver su reacción. Meneo las caderas hasta la puerta de la casa, sacó la llave que me entrego mamá y la meto en la cerradura.

Levantó la mirada para ver a Jean pero ya no está, me toma de sorpresa cuando me estampa contra la pared. Mi mejilla golpea suavemente la superficie fría, lleva su mano a mi miembro y me lo empieza a tocar lentamente.

-Suerte en encontrar a alguien que te haga llegar a los mejores orgasmos de tu vida.- está furioso, lo siento en su respiración entre cortada.- Te echaría un polvo aquí mismo para que aprendas que lo mío, es mío.- estoy a punto de llegar al orgasmo cuando retira su mano y me deja ir.

-No te masturbes, hablo en serio. Me daré cuenta.- susurra en mi oído antes de alejarse de mi y entrar en el coche.

Abro la puerta y al entrar en la casa, asiento la espalda contra la pared jadeante.

50 SOMBRAS DE GREY- LIEAN (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora