CAPÍTULO 28: "Negociar términos".

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MARATON 4/6

No quería volver, me negaba a acabar con la fantasía de fin de semana que acabábamos de vivir. Las palabras bonitas al oído, los masajes en el avión y las sonrisas cuando decíamos algo gracioso.

-Me divertí mucho Jean, en serio...- acarició su mejilla pero retira mi mano de inmediato.

Agarra su celular y contesta su llamada, me sorprende y me duele que me haya rechazado de esta manera.

-Si, no puedo ahora. ¡Dile a esos imbéciles que el dueño de la empresa soy yo!, bien hablaré con mi padre. Avisa a Ken que no podré estar en España el próximo fin de semana, no me vengas con idioteces... ¿Qué evento?, ¿éste sábado?... ahí estaré pero necesito que me redactes un maldito contrato para realizar esa compra... bien.- cuelga y agarra su cabeza.

-¿Sucede algo?.- pregunto con un hilo de voz, sigo dolido.

-Nada de tu importancia.- agacho la mirada y la desvío a la ventanilla del coche.

-Ya lo sabía.- murmuro.

-¿Qué sabías?.- está enojado, lo noto.

-Sabía que cuando volviéramos todo sería como antes, dejaste el romanticismo en ese cuarto de hotel.- murmuro sin mirarlo.

-¿Sabes cómo desahogaba mi enojo antes?.- pregunta y niego con la cabeza.- Azotando hombres.- muerdo mi lengua para no romper en llanto.

-No creo que esto funciones es decir, necesitas esas cosas Jean y yo no puedo darte la sumisión que deseas.- siento mis ojos arder y las lágrimas amenazan en salir.

-Quiero luchar contra ésto Libardo, por tí.- su mirada está cargada de dulzura.- Pero no puedo, esto soy yo y no puedo...- murmura.- Es parte de mí.- asiento.

-Hazlo.- noto que estamos llegando al apartamento.

-¿Qué cosa?.- pregunta confundido.

-Azotame.- cierra los ojos y saborea las palabras.

-Yo no puedo...- sacude la cabeza.

-Hazlo.- repito.

(...)

Entramos al cuarto rojo, tengo la mirada agachada. Estoy demasiado avergonzado de haberle pedido que me azotara, al parecer esto es en lo que me convertí un masoquista.

-¿Estás seguro de ésto?.- pregunta acariciando mis mejillas y asiento.- Zapatos.- tiene los labios entre abiertos y la respiración acelerada, dejo los zapatos a un lado.- Levanta los brazos.- lleva las manos al borde de mi traje y sacarlo en un instante quedando con mis boxers.

-Solo.- trago saliva.- Ve despacio.- susurro.

-Eres lo mejor que me pasó en la vida Libardo, pero no puedo mentirte... esto es lo que soy.- susurra sobre mi cuello.

Empieza con pequeños besos en mi cuello, sube por el mismo y llega a mi boca. Coloca sus manos en mis mejillas, deja un corto beso y se separa. Acerca su boca y me muerde el labio inferior, gimo.

-Vamos a la cama.- murmura.

Me pone de espaldas a los pies de la cama, lleva sus manos a mis boxers y los retira por mis pies.

-Acuéstate.- ordena.

Le doy una media vuelta a la cama y me acomodo en ella, desprende su camisa y la tira sobre un pequeño sofá de piel rojo. Se dirige a uno de los cajones, está sacando cuerdas... esas cuerdas que compró el día de mi graduación "carajo".

Separa mis brazos y hace muy buenos nudos con el respaldo de la cama, imita la acción separando mis piernas. Esto me excita demasiado.

-Esto va a ser diferente.- murmura.- Para complacernos a ambos, quiero que grites... con todas tus fuerzas. Quiero que tus gemidos se escuchen hasta Grecia.- asiento y muerdo mi labio inferior sabiendo que estoy causando en él.- Me pone completamente duro ver ese labio riquísimo.- me agarra de los tobillos y me acomoda en la cama.

No lo escucho ni veo hasta después de unos segundos que parecen horas, coloca un antifaz en mis ojos.

-¿Sabes que es un látigo de vuelos?.- pregunta y niego con la cabeza.- ¿Lo sabes?.- vuelve a preguntar.

-No, señor.- respondo.

-Ya lo vas a conocer, está impaciente por tocar tu sedosa piel.- arqueo la espalda, podría llegar al orgamos con unas simples palabras.

-Recuerda las palabras de emergencia.

-Rojo y amarillo, bien.- exhalo, me está constando respirar.

Un escalofrío me envuelve, siento su cálida respiración en mi cuello pero se desvanece.

-¡Jean!.- grito cuando siento un golpe debajo de mi pecho.- Jean, Jean.- mi corazón se va a salir de mi pecho.

-¿Estás bien?.- asiento con la cabeza.

Otro golpe, ésta vez en mi vientre. Gimo, no duele tanto pero me excita... demasiado.

-¡Jean!.- grito y golpea mi centro.- Dios, por favor.- gimo.

-¿Quieres que siga?.- su voz es ronca y está agitada, como si fuera él quien está acostado aquí recibiendo latigazos.

-¿Se te pasó el enojo?.- pregunto.

-No.- suspiro.

-Pues, sigue.- una risa sale de mis labios cuando vuelvo a sentir otro latigazo en mi culo.

-¡Jean me voy a venir!.- grito y muerdo mi lengua para dejar de gemir.

-De eso me encargo yo.- gruñe y siento como el colchón en mis piernas se hunde.

Siento como su pene se acomoda en mi entrepierna y finalmente entra en mí, empieza despacio. Creo que estoy debatiendo con cuál parte de su cuerpo me gusta más.

-Polvo... de... de.... agradecimiento.- murmura en mi oído entre embestidas.

-Quiero ser lo que mereces.- gimo y aunque no puedo verlo sé que está sonriendo.

-Eres mucho más de lo que merezco Libardo.- empiezo a sentir esa tensión sobre mi vientre.- Quiero ser el único con el que te vengas, cada orgasmo tuyo me pertenece.- muerde el lóbulo de mi oreja.

-Eso suena muy posesivo.- aprieto las cuerdas de mi muñecas.

-Entonces soy un maldito posesivo.- busco mi boca y me besa con pasión.

Lame mi labio inferior y finalmente grito de placer.

-¡Jean!.

-¡Libardo!.



50 SOMBRAS DE GREY- LIEAN (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora