CAPÍTULO 5:

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MARATÓN  1/5

-Libardo, deja de morderte el labio, por favor. Me desconcentras.- solté mi labio de golpe.- Mejor ya vámonos, te llevaré a tu casa.- dijo y caminó a la puerta.-

-Después de usted.- hizo un gesto para que se saliera primero y así lo hice, caminamos hacia el ascensor. Las puertas se abrieron dejando a una joven pareja en una situación comprometedora, entramos e ignoramos a los avergonzados protagonistas.

Por el espejo del elevador podía ver que la vista de Jean estaba en mis labios, efectivamente me estaba mordiendo el labio inferior.

Las puertas se abrieron y la pareja anterior salió, a nosotros nos faltaba un piso aún. El ascensor empezó a bajar, en un segundo... un solo movimiento.

-A la mierda el papeleo.- susurró.

Tenía los labios de Jean estampados contra los míos, iba a enrollar mis brazos en su cuello pero antes tomó mis muñecas colocándolas sobre mi cabeza. Su lengua recorría mi cavidad bucal mientras que su mano libre acariciaba con deseo todo mi cuerpo, sentí su erección en mi vientre.

Eso sólo quiere decir una cosa... ¡me desea!, ¡tanto como yo a él!. Es inexplicable pensar que ésto está sucediendo, ayer era el cretino, arrogante y superficial, ahora está besándome con pasión y deseo.

El ascensor abrió sus puertas separandonos de golpe nerviosos, él llevó sus manos a su entrepierna cruzandolas mientras yo trataba que mi respiración volviera a la normalidad.

Cuatro hombres trajeados nos veían con el entrecejo fruncido, reí nerviosa y con Jean nos miramos divertidos.

Cuando llegamos al primer piso, salimos y yo con mi chaqueta en las manos entramos en el coche donde el chofer ya nos esperaba.

-Robert, llevamos al señorito a su casa y luego vamos a la empresa.- le dijo y él asintió, me abrió la puerta y luego el rodeó el coche.

En el camino no se tocó tema alguno al respecto de la apasionada escena del ascensor, de vez en cuando lo miraba. Su expresión era fría e impenetrable.

-Disculpa por lo de recién.- susurró.

-No, no tenés que disculparte... me gustó.- susurré tímido.

-Me alegro...- puso su mano sobre la mía.- Pero no te hagas muchas ilusiones, no pasará seguido.- tragué saliva, no puede ser tierno que le sale lo cretino.

-Te acompaño.- dijo, bajó del coche. Robert abrió mi puerta y le agradecí.- ¿No me vas a invitar a pasar?.- asentí.

Caminamos hasta mi departamento, saqué la llave debajo del tapete y abrí la puerta.

-Adelante...- pasó y cerré la puerta.

-Lindo departamento...- dijo con las manos en los bolsillos de sus pantalones grises aparentemente caros.

-Gracias señor León...- dejé mi bolsa y mi chaqueta en el pequeño sofá.

-Toma.- me alcanzó unos papeles.- Leelos y mañana te espero en mi despacho antes de las diez con tu respuesta.- se acercó a mí, colocó su mano en mi cintura- Ojalá aceptes...- cuando creí que iba a besar mis labios, se separó de mí dejándome con las ganas.- Hasta luego, señorito Isaza.- me guiñó un ojo y caminó a la puerta.

Una vez que escuche que se cerró, caí sentada en el sofá. ¿Por qué me afecta tanto lo que me dice?.

Será porque siempre me hicieron sentir el hombre más insuficiente del mundo, que siempre la culpa de todo lo tenía yo, tanto al punto de creérmelo y pedir perdón por cosas que ni siquiera había hecho. Tan poco me quiero...

50 SOMBRAS DE GREY- LIEAN (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora