CAPÍTULO 37: "Cosquilleo".

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No puedo tener de resultado un mejor orgasmo, pero me advirtió que no me puedo venir. No, pero recibo sus embates en perfecto contrapunto. Bruscamente y de repente, con una embestida final, para y llega al orgasmo soltando el aire entre los dientes. Se relaja un instante, de forma que siento el peso delicioso de su cuerpo sobre mí. No estoy dispuesto a dejarlo; mi cuerpo busca demasiado alivio, pero él pesa demasiado y me tiene contra la pared, jadeante.

En este momento no puedo empujar mis caderas contra él, de repente se retira , dejándome dolorido y queriendo más. Me mira furioso, nunca voy a entender a éste hombre.

-No te masturbes, quiero que te sientas frustrado. Así es como me siento yo cuando no me cuentas las cosas, cuando me niegas lo que es mío.- muerde el lóbulo de mi oreja.

Se le encienden de nuevo los ojos, enfadado otra vez. Asiento con la cabeza incapaz de decir algo más, se levanta y se quita el condón. Lo hace un nudo en el extremo y se lo guarda en el bolsillo de los pantalones.

-Creí que con la inyección que colocaste sin mi consentimiento en mi cuerpo, era suficiente.- lo miro, con la respiración aún alterada e involuntariamente aprieto las piernas tratando de encontrar algo de alivio.

-Te la tienes que poner una vez al mes, lamentablemente ese mes ya pasó.- asiento.

Jean se sube la bragueta, se peina un poco con la mano y se agacha para tomar su chaqueta.

Luego se vuelve a mirarme con una expresión tierna.

-Será mejor que volvamos a la mesa, tu madre pensará cualquier cosa de mi.- me separó de la pared, algo inestable, aturdido.

-Toma, ponte esto.- del bolsillo interior de su chaqueta saca mis boxers.

Los agarró sin sonreír, en el fondo sè que me eh llevado un polvo de castigo, pero en conseguido una pequeña victoria en el asunto de los boxers.

Mi subconsciente asiente, de acuerdo conmigo, y en su rostro se dibuja una sonrisa de satisfacción.p
"No has tenido que pedírselos"

-Jean.- lo hablo, me ignora.

Me coloco rápidamente los boxers en su legítimo lugar y salgo del cubículo sin mirar atrás. Me miro en el espejo del baño, acomodo mi atuendo y por el reflejo veo a Jean también salir.

Trato de salir con toda la dignidad de la que soy capaz en mi estado a toda prisa, intento, pero su mano en mi muñeca me lo impide.

-Bueno, señorito Isaza, ya me siento mejor, pero sigo queriendo darle unos azotes.- me dice en voz baja, agradezco que estemos solos.

-No creo que lo merezca, señor León, sobre todo después de tolerar su injustificado ataque-ríe.

-¿Injustificado?.- esboza una sonrisa, se fuerza por parecer ofendido. Frunzo los labios.

-Ha sido un ataque en defensa propia.

-Defensa ¿de qué?.- pregunto incrédulo.

-De ti y de ese cosquilleo en la palma de tu mano.- ladea la cabeza mientras sonríe.- Pero, ¿ha sido tolerable?.- me pregunta en voz baja. Me ruborizo.

-Apenas.- susurró, pero no puedo contener la sonrisa de satisfacción. Sale del baño dejándome completamente sólo.

50 SOMBRAS DE GREY- LIEAN (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora