CAPÍTULO 24: "Rojo".

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-No.- río y veo como vierte el contenido en dos copas, coloca hielo y toma un sorbo.

-Refrescante, exótico y desafiante, me recuerda demasiado a ti.- niego con la cabeza mientras trato de no reír, esto tiene que ser una broma.

Deja la copa en la mesa y se para a los pies de la cama, lleva las manos a mis boxers y los saca guardandolos en el bolsillo de su pantalón, dejándome totalmente desnudo.

-No sabes cómo me pones.- dice mirándome de pies a cabeza.

Me está haciéndome sufrir, quiere que le ruegue.

-Jean.- gimo y de inmediato siento que cubre mis ojos con algo.- No de nuevo.- trato de retirarlo pero ya le hizo un nudo en mi cabello.

-Quiero que dejes a tu imaginación actuar, que pienses en todo lo que te haré por ser tan desafiante.- hunde su cabeza en mi cuello y me chupa con fuerza.

-Jean, por favor.- escucho como gruñe y el sonido de los botones de su camisa rompiéndose es música para mis oídos.

-Amaba esa camisa.- le digo y muerdo mi labio para no reír.

-Yo la odiaba.- escucho.

No puedo ver, ni moverme. Estoy a su total disposición y espero que se apure, porque no veo las horas de tenerlo dentro de mi.

Cualquiera que me oyera diría que este hombre me está convirtiendo en un obseso sexual, pero no es así. Lo único que necesito es a él, a su cuerpo, sus estúpidas reglas y sus malas bromas.

Siento como sus labios se estampan frente a los míos, de inmediato abre la boca dejando entrar a mi boca el champagne que anteriormente tenía. Lo trago todo y siento como el alcohol corre por mis venas con un poco solamente, aún recuerdo cuando me emborraché en su casa... me dijo que si yo fuera suyo no me dejaría caminar en una semana. Fue tan excitante.

Algo helado, seguramente un trozo de hielo. Lo hace recorrer por mi boca, lo desvía por mi cuello y lo va asentando en mis pezones erectos. Baja por mi vientre y se detiene cerca de mi miembro.

-Por favor.- gimo.

-¿Ésto te gusta Libardo?.- pregunta y asiento mordiendo mi labio.

-Sabés como me pone ese labio.- me da la vuelta en la cama dejándome boca abajo.

Me da una nalgada fuertemente, gimo sonoramente.

-¿Te gusta?.- susurra en mi oído mientras acaricia donde golpeó anteriormente.

-S..si.- digo y vuelve a azotarme.- Señor.- gimo.

-Así me gusta.- me acaricia y luego vuelve a golpearme.

-Mierda, me volvés loco.- sigue golpeándome hasta que levanta por las caderas dejándome de rodillas en la cama.

Escucho como maldice cuando seguramente no puede desprender rápido su pantalón, siento su pene en mi cadera y me preparo para que me penetre.

-Jean.- gruño cuando tarda demasiado.

-¿Creías que iba a penetrarte?.- pregunta riendo.

Me está cansando, hace treinta minutos aproximadamente está jugando al ir y venir conmigo. Estoy demasiado necesitado de él, y lo aprovecha para castigarme.

-Por favor.- está logrando lo que quiere, desea humillarme... que le ruegue.

-Carajo.- me penetra y siento cómo se hunde completamente en mí.- Mierda, siento cada centímetro de tu cuerpo.- gruñe y tira de mi cabello con fuerza para sostenerse.

-Jean.- gime con cada una de sus embestidas.

-Sigue gritando mi nombre y te dejaré llegar.- jadea en mi oído.

-Te necesito y te aprovechas de eso.- gimo y sus movimientos se aceleran.

-Grita mi nombre.- gruñe y niego con la cabeza.- Grita mi nombre.- presiona.- Hazlo.- tira de mi cabello.

-¡Rojo!.- grito recordando que es la palabra de emergencia.- Rojo, rojo.- sollozo y él se detiene.

Desata mis muñecas y de inmediato saco la camiseta de mis ojos, estoy llorando.

-¿Estás bien?.- pregunta.

-¡No!.- sollozo y me envuelvo en la manta de la cama.- ¡Estás jugando conmigo, dejo que me golpees y esto no está bien!.- muerdo mis nudillos para evitar que las lágrimas sigan su recorrido.

-Este soy yo Libardo, no puedes hacer nada.- me mira arrepentido, pero a la vez furioso.- Me excita azotarte, me excita ver cómo me ruegas y me pides que te cojo.- niego con la cabeza.

-¡A mí también!.- sollozo.- Pero no estoy dispuesto a soportar todo esto para llegar a un puto orgasmo.- empiezo a cambiarme.

-¿A dónde vas?.- pregunta colocándose los boxers.

-Quiero pensar.- tomo mi celular de la mesa de luz mojado con champagne y camino a la puerta ya vestido.

-No puedes irte.- se baja de la cama.

-Claro que no, estoy en un lugar que no conozco contigo. Pero necesito pensar, saber que voy a hacer con esto.- limpio mis lágrimas.- Y de paso voy a comer algo abajo, tengo hambre.- digo lo último como un susurro.

-¡Por eso me vuelves loco!.- grita y agarra su cabello.- ¡Te metiste en mi vida desde ese momento en el que chocaste conmigo en la oficina de mi padre y no eh podido sacarte de mi cabeza, y tengo la maldita obsesión de querer ser diferente por tí!.- me señala con el dedo.

-¡Yo no veo el cambio!.- grito.

-Vete de una vez, pero cuando vuelvas no me hables.- se sienta en la cama agachando la cabeza.- ¡Ya vete de una maldita vez!.- siento un dolor muy fuerte en el pecho.

-El chantaje no va conmigo.- digo antes de salir de la habitación cerrando la puerta de un golpe.

Mis mejillas se tornan coloradas cuando veo a la gente parada afuera de sus habitaciones mirando a mi dirección.  



50 SOMBRAS DE GREY- LIEAN (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora