CAPÍTULO 11: "Sueño".

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-Igual tengo que irme si o si...- trató de levantarse pero capturé sus labios con los míos, uniendolos en un apasionado beso.- Mm... es en serio.- susurró sobre mis labios con los ojos cerrados.

-Por favor...- susurré.

-¡Ay Libardo Isaza!.- rió.- ¿Qué voy a hacer con usted?.- me sonrojé y me acomode en sus brazos.

-Muchas cosas, puede hacer conmigo...- dije en voz baja.

-Creo que es suficiente por hoy...- me abrazó.- Duérmete.- me ordenó al oído.

Cerré mis ojos y me abracé a su pecho, de pronto sentí mis párpados pesados hasta que caí en un extraño sueño.

-Quiero que estés callado, no grites, no hables, no gimas.- estaba esposado a una cama desnudo mientras él le daba vueltas con una fusta en la mano de cuero trenzado negro. Su mirada era de autosuficiencia, su vista estaba perdida en mi cuerpo. recorriendolo poco a poco....

-Libardo.- sacudí la cabeza molesto, sentí una luz dar contra mis ojos.

-¿Qué pasó?.- abrí los ojos, estaba en mi habitación en el pecho de Jean. El sol estaba por las persianas abiertas, las cuales olvidé de cerrar anoche, él me regaló una sonrisa pero yo sólo me sonroje.

-¿Qué estabas soñando?.- me susurró.

-¿Por qué?.- dije nervioso, recordando el erótico sueño que acababa de tener con él.

-Estabas susurrando mi nombre...- me sonrojé.

-Es un poco vergonzoso...- susurré.

-Cuéntame...- hizo un puchero, reí y asentí.

-Soñe contigo...- él me miró como si lo que acababa de decir era lo más obvio del mundo.

-Ya me había dado cuenta...- rió.

-Estaba esposado a la gran cama de tu cuarto rojo, dabas vueltas a la misma con una fusta en la mano.- me sonrojé y él sonrió abiertamente.

-Eso me da esperanzas...- susurró.- Y tengo muchas fustas.- me sonrojé nuevamente.

-¿Esperanzas de qué?.- dije.

-De que firmes el contrato...- asentí.

-Voy a firmarlo pero con una condición...- traté que mi voz saliera más firme y directa posible.

-Te escucho...- me dió una media sonrisa y asentí.

-Quiero que lleguemos a un acuerdo... sobre las cláusulas.- asintió.

-Está bien.- se levantó de la cama.

-¿Estás molesto?.- hablé.

-No, Libardo.- tomó sus bóxers y se los colocó, luego su jean y su camisa.

-¿Ya te vas?.- abrió los ojos como platos.

-¿Qué hora es?.- preguntó, tomé mi celular de la mesa de luz.

-¡Las once y media!.- grité y me levanté de un golpe de la cama.

-¡Es tardísimo!.- bufó, metió la corbata que estaba en el suelo a su bolsillo.- Libardo, te veo ésta tarde en mi oficina para hablar del contrato.- besó mis labios fugazmente.

-Te acompaño.- me coloqué una camiseta grande y ancha sobre mi cuerpo desnudo. Corrí atrás de él.

-Nos vemos luego, señor León.- él giró lentamente, corrió hasta mí y me besó apasionadamente.

-Hasta luego, señorito Isaza.- susurró contra mis labios.

-¡Me encantan!.- giramos ambos a ver de dónde provenía ese grito.- ¡Perdón, ignoren que estoy aquí!.- volvió a acostarse en el sofá.

50 SOMBRAS DE GREY- LIEAN (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora