Capítulo 32

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Me separo de él y me voy. Salgo de la central andando rápido, solo quiero gritar y acabar lo que tenía pensado.

Abro la puerta de piloto de mi coche, me siento, pero veo a Nathaniel venir hasta el coche.

- Estás alterada, déjame conducir a mí- suspiro.

-Dejame en paz- pido arrancando el coche.

-Si no te cambias de asiento te seguiré con mi coche y te pondré una indemnización por desacato al general- podría alegar de que me importa una mierda, pero estar con él me tranquiliza

No hablamos durante el camino, necesito explotar en algún lugar, dónde pueda matar. Estoy nerviosa y no paro de mover mi pie de arriba abajo. Todo surge en mi cabeza, me estoy destruyendo a mí misma.

Los pensamientos no paran, la presión en mi pecho y el nudo en mi garganta, las amenazas, el estrés, las muertes y si la superstición o la mierda de leyenda es cierta. Todo se debate en mi cabeza.

Me lleva a su casa, subimos a su penthouse y nada más entrar en la casa, me derrumbo. Estoy cansada, no quiero matar y tampoco que maten a Raine y madre es capaz, si se hace una promesa la cumple hasta el final.

Caigo al suelo de rodillas y las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas.  No puedo más, esto me supera, no puedo seguir haciendo esto sola.

Matar me pasa factura de la peor forma y aparentar que soy fuerte, cuando lo único que quiero es estar en paz y ser feliz me supera.

No he llorado durante años, no sé cómo se sentía, Nathaniel me abraza de rodillas. Escondo mi cara en su cuello y él me acaricia el pelo.

Tanto dolor para ser feliz y lo que consigo es tener más secretos. Mis lágrimas mojan el cuello de Nathaniel y pruebo mis propias lágrimas.

No paro de llorar, me reconforta el hecho de haber explotado y no causar daño. Nathaniel me abraza, mientras yo gimoteo y lloro.

Mi nariz arde y mis ojos me duelen. Estoy demostrando que hasta las reinas lloran, que hasta ellas tienen a veces quiebres en sus perfectas vidas, hasta las diosas caen.

- Debí matarla- digo después de minutos llorando- Me lo negaste y ahora matará a Raine y mis hermanas- le recrimino entre hipidos y lágrimas.

- Si la hubieras matado, te hubieran quedado remordimientos. Lo mejor es dejarlo a la ley- me susurra- Hera, ¿que te hicieron?- me pregunta preocupado.

- ¡Joder soy una desgraciada que pensaba que podría ser feliz!. ¡Nathaniel, estoy rota!- grito sin parar mi llanto- Me rompieron.

- Dime qué te hicieron, ¿Qué es lo que no debo saber?- me separo de él y miro al suelo causando que mi pelo caiga delante y me tape la cara.

- Joder- mascullo- Me... violaron- lloro más fuerte- Lo hicieron durante horas. Es normal que te dé asco- mis lágrimas caen al suelo- Yo no me puedo ni ver en el espejo, evito que me toquen cuando estoy débil. Me odio, me intenté suicidar muchas veces después de eso, me autolesionaba. Llegaron las torturas y los abusos. Mate a gente inocente- no paro el llanto y mis labios tiemblan, me tiembla cada músculo de mi cuerpo- Me sacrifiqué por mis hermanas, para que solo me lo hicieran a mí. Maté a personas que no me hicieron nada.

- Pero no porque quisieras- contesta él- Además, no me das asco. Joder, te amo como a nadie. Daría mi vida por ti.

- Mi cuenta está en rojo y me sobrepasa. Ahora él estará desprotegido- digo, mis lágrimas caen y dejo en mi cara una débil sonrisa- Porque sí, general estoy embarazada- él está sorprendido y yo tengo miedo de su reacción- Te dije que usáramos condón.

MISIÓN KEINOXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora