3. El maldito bar de los jotos

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Capítulo 3: El maldito bar de los jotos

Decir que aquel encuentro no había sido para nada incómodo sería una mentira.

Deva pasó de estar entusiasmada a quedarse absolutamente confundida por las reacciones de ambos. Desde hacía ya varias semanas que no veía a Oliver porque su padre lo tenía de acá para allá.

Creyó que sería una gran oportunidad para presentarle al único amigo que se había hecho en la universidad. Sin embargo, todo lo que consiguió fue ver al castaño con el ceño fruncido y al otro con una sonrisa ladina plasmada en sus finos labios.

—Oliver, él es Ryan Davies. Vamos juntos a la universidad.

Ryan Davies.

Ryan.

Davies.

Davies.

¡Davies!

No, esto no podía estar pasando. Debía ser una mera coincidencia, muchísima gente en el país tenía ese apellido. Sí, eso era. Tenía que conservar la calma y evitar entrar en pánico.

—Es el hijo de Rogger Davies —añadió la muchacha—. Lo conoces, ¿verdad?

¿Conocerlo? Claro que lo conocía. Su padre tenía fotos de ese tipo, todas sacadas de las revistas y periódicos, pegadas en un tablero de dardos. Albert podía llegar a ser muy territorial y macabro cuando se trataba de la competencia. Según él, aquello lo motivaba a seguir luchando por el puesto al que aspiraba.

—Creo que tiene una idea de quién es mi padre, Deva —acotó Ryan con diversión. Le gustaba ver cómo Oliver evitaba mirarlo a toda costa, como si fuese la mismísima Medusa y se fuera a convertir en piedra si sus ojos llegaban a conectar—. Es un placer verte de nuevo, Fields.

Oliver hubiese deseado que Ryan nunca dijera eso, pues de inmediato Deva ya estaba con la mandíbula por el piso y la curiosidad emanando de sus poros.

—¿Ustedes ya se conocían? —inquirió con una sonrisa traviesa, intercambiando miradas con ambos.

—Sí.

—Para mi desgracia —agregó el castaño en un murmuro.

A pesar de su comentario, Ryan se mantenía sereno y con una amplia sonrisa. Fue difícil para Oliver descifrar aquella expresión. ¿Acaso estaba feliz de verlo o solo se estaba burlando del estúpido destino que los había vuelto a juntar?

Deva tenía unas enormes ganas de convertirse en avestruz y esconder su cabeza bajo tierra para evitar así aquel insoportable e incómodo momento. Ella solo quería que sus amigos se conocieran al fin para fusionar lo mejor que tenía de ambos mundos, pero quizás había incurrido a un error.

—Entonces —cortó el pesado silencio, alargando la "o" más de lo necesario—. ¿De dónde se conocen?

Oliver abrió los ojos desmesuradamente, implorando a los cielos que el chico no soltara la lengua. No quería imaginar qué pensaría Deva de él si se llegaba a enterar que fue Ryan Davies el protagonista de su plática pendiente.

Pero Ryan no era tonto ni despistado. Él ya había notado cierta incomodidad en las expresiones del muchacho que tan loco lo traía. Aunque hubiese sido muy chistoso ver su reacción, no revelaría nada de su encuentro si él no estaba listo para hacerlo.

—Nuestros padres compiten por el puesto de alcalde —soltó con obviedad, sin dejar de lado su sonrisa—. Era imposible no conocernos, vivimos apareciendo en la tele.


Oliver volvió a respirar.

—Oh, ya veo. Bueno, entonces será más fácil para mí darles esto.

Fuego en fuego [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora