Especial de Navidad: Parte 1

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(Por favor, lean la nota completa que está al final ☺ ¡Gracias!)

En San Francisco no suele nevar. De hecho, en los últimos cincuenta años se han registrado tan pocas nevadas que hasta podríamos contarlas con los dedos de las manos. Es por ello que las navidades en la ciudad, al igual que en muchas otras regiones de los Estados Unidos, no se sienten Navidad como tal. Quizás deberíamos culpar de esto a las clásicas películas y caricaturas de la época por pintar estas fechas como una atracción de tormentas de nieve, chocolate caliente y chimeneas crispantes que acompañan el espíritu navideño.

Espíritu navideño. ¿Qué era eso exactamente? 

Para algunos, es aquella energía optimista que anuncia la reunión de personas que ansían verse desde hace mucho tiempo, un descanso para el estrés que manejamos a diario en nuestras vidas o simplemente el inicio de unas ansiadas y merecidas vacaciones. Para otros, no es nada más que otra fecha marcada en el almanaque, en la que todo el mundo sale desesperado a último momento para gastar su dinero en regalos absurdos y practica dibujar la sonrisa más falsa en su rostro antes de ver a los parientes que hacen preguntas incómodas y declaraciones que acaban con una cena arruinada.

Para Oliver, la Navidad es más o menos como su cumpleaños. Un día cualquiera en el que esperaba que algo asombroso pasara, pero siempre terminaba siendo decepcionante y nostálgico. No diría que se identificaba con El Grinch, aunque esa fuera sin duda alguna su película favorita de todas las otras estupideces que pasaban en la televisión. Sin embargo, algo de esas fechas le impedía disfrutar como los demás, algo que lo terminó alejando del entusiasmo de que diciembre llegara pronto.

—Deva me llamó —interrumpió sus pensamientos con esa voz tan bonita que tenía—, me dijo que pasará la Navidad con su madre y sus abuelos.

—¿Aún no perdona a su papá?

—No, aunque no la culpo. Yo tampoco lo perdonaría, no después de que su escándalo formara parte de todas las tapas de revistas de chismes cinco meses seguidos.

Oliver se limitó a sonreír ante las burlas de Ryan. Últimamente, su novio estaba más animado y risueño de lo normal. Sabía que era por eso que tanto rechazaba: el espíritu navideño que se extendía como la peste en el ánimo de la gente. Pero, por alguna razón, eso no le molestaba cuando venía por parte del rubio. No, le gustaba que mostrara su personalidad de Golden Retriever , incluso cuando esta contrastaba tanto con su actitud de gato negro malhumorado.

—¿Qué tienes? 

—Nada.

—No puedes mentirme, Oliver Fields. Sé que algo te pasa, ¿no te gustó tu café? Puedo pedirles que te hagan uno nuevo. ¿O quieres comer algo? Pídeme lo que quieras y yo lo traeré.

—No seas tonto —pidió entre risas mientras veía cómo el mayor le fruncía el sueño—. Solo estoy algo cansado, esta semana tuvimos mucho trabajo en la librería. Es todo.

Hace unos meses, en su desesperada búsqueda para dejar de sentirse un mantenido por Ryan, Oliver había decidido probar suerte dejando su currículum en varias tiendas de la zona para conseguir empleo. Era la primera vez que lo intentaba en su vida y decir que estaba tranquilo sería una enorme falacia. ¡Incluso había tenido que pedirle ayuda a Ian porque no sabía cómo diablos hacer un currículum! Se frustró tanto tratando de escribir dos líneas que estuvo a punto de entregar puras hojas en blanco con su nombre y foto solamente. 

Afortunadamente, una librería nueva que había sido inaugurada hace poco buscaba empleados con y sin experiencia, lo que le vino como anillo al dedo. Era el trabajo de sus sueños. En primer lugar por lo tranquilo que era el ambiente, y en segundo lugar porque el aroma a libros le devolvía las ganas de seguir viviendo. 

Fuego en fuego [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora