15. Sanar juntos

1.3K 136 68
                                    

Capítulo 15: "Sanar juntos"

Todos los lugares tienen un aroma particular.

Para Oliver, el departamento de su salvador olía a seguridad. ¿Es correcto? La seguridad en sí no puede olerse, pero era la única palabra que venía a su cabeza cada vez que pensaba en ello. En aquel hospital, ese que había visitado días antes con su padre, no podía sentir más que los fuertes medicamentos y desinfectantes concentrados.

Para Ryan, el hospital siempre tenía aroma a muerte, desesperanza y agonía. No podía evitar pensar en la inmensa cantidad de almas que vagaban por aquel descomunal edificio; cuántas buenas personas habrían perdido la vida por enfermedades incurables o repentinos accidentes. Odiaba los hospitales.

—Si quieres, puedes quedarte aquí —ambos seguían en el pasillo y desde hace un rato, Oliver había notado lo mucho que le estaba costando al rubio abrir la puerta de la habitación donde se hallaba internada su mamá—. Su estado no es el mejor y no quiero que te espantes.

—Está enferma, Ryan —su voz fue apacible, incluso con un tinte dulce y un ligero toque de sensibilidad; muy contrario a cómo solía ser en su día a día lidiando con personas que apenas toleraba—. Es obvio que no se verá tan bien, pero eso no es lo que importa. Vine por ti, no te abandonaré justo ahora.

Al mayor se le dibujó una pequeña sonrisa.

—Eres el mejor, ¿lo sabías?

Oliver suspiró.

—Sería un crimen no hacerlo.

Dándose un último momento para poner la mente en blanco, Ryan abrió la puerta. Todo estaba como hace unos días. El suelo limpio y reluciente al igual que la única ventana que daba a un cielo despejado. La televisión permanecía apagada, como era de esperarse; a Rose no le apetecía mirar los noticieros, últimamente plagados de caras de políticos y sus mentirosos discursos. Las flores que tanto le gustaban ya se habían marchitado, Ryan sintió culpa. Al ser el único que iba de visita, era una clara señal de que la estuvo descuidando. Porque para quienes eran de afuera solo habían pasado unos días, pero para ella, como paciente internada, era una jodida eternidad.

Su madre, ya sin cabello por las constantes sesiones de quimioterapia, le sonrió de oreja a oreja demostrando nada más que pura alegría con su llegada. Mientras Ryan se acercaba para depositar un beso en su frente, Oliver se dedicó a analizar su cuerpo extremadamente delgado y pálido. Aun así, le pareció una mujer bellísima.

—Ahí está mi apuesto hijo —apenas fue un susurro, pero lo poco que llegó a oídos del castaño fue suficiente para describir aquella voz como delicada y melodiosa—. Me preguntaba si te habías perdido, ya no viniste a visitarme.

—Lo siento, mamá —se disculpó, avergonzado—. Estos últimos días fueron una locura para mí.

—No puede ser. ¿Ese es Oliver Fields?

Su hijo pareció volverse invisible, ya que toda la atención de la mujer fue a parar al muchacho.

—¿Usted sabe quién soy?

—Claro que lo sé, cariño. Eres el chico que hace que mi bebé pierda la cabeza y se vuelva más tonto de lo que ya es.

—¡Mamá! —se quejó el mayor ante la vergonzosa declaración—. Ni siquiera postrada en una cama dejas de avergonzarme.

—Ay, mi amor —ella sonrió de lado; lucía muy cansada—. Soy tu mamá, es mi trabajo. Oliver, es un placer al fin conocerte.

—Lo mismo digo, señora Davies. Si no les importa, iré por un poco de café. Ahora vuelvo.

Fuego en fuego [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora