Capítulo 1: Un gay flotó sobre mí y voló mi heterosexualidad con su rayo láser
Oliver iba a matar a Ian.
Se sentía como un completo imbécil por haberle creído a su primo, quien lo había convencido de ir a ese bar aquel sábado por la noche para alivianar un poco la tensión que había estado experimentando las últimas semanas.
Quizás si hubiera puesto un poco más de resistencia, Ian habría dejado de insistirle con sus ojitos de cachorro devastado para acompañarlo a ese lugar de mala muerte. Oliver no era capaz de disimular su disgusto cuando, al poner un pie en la infraestructura, se dio cuenta dónde había ido a parar.
Un bar gay.
Su primo supuestamente heterosexual, al igual que él, le había mentido en la cara para llevarlo a un lugar lleno de maricones. Le parecía simplemente repugnante.
En lo que iba de la noche ya se le habían acercado cuatro muchachos a ofrecerle bebidas y sacarlo a bailar un rato. Él los rechazó sin ser irrespetuoso, aunque se moría por dentro de la vergüenza.
Cerca de las dos de la madrugada, se dispuso a buscar por todas partes a Ian. El maldito lo había dejado solo en la barra de tragos, sin decirle siquiera dónde encontrarlo si llegaba a sentirse incómodo por el ambiente y las personas que frecuentaban las demás mesas.
Atravesó los estrechos pasillos que llevaban a los baños, encontrándose con el desagradable sonido de lo que parecían ser besos subidos de tono. Tuvo tantas ganas de vomitar ahí mismo, pero no le quedó otra que aguantarse y seguir con su ridícula búsqueda.
Se le ocurrió la idea de llamar a Ian por teléfono, pero la descartó al tantearse los bolsillos de su chamarra y toparse con el aparato del muy idiota.
"Mamá va a matarme si pierdo otro celular en lo que va del mes", le había dicho ya medio borracho antes de separarse. "Tú eres más responsable. Por favor, cuídalo".
Maldijo a todos sus ancestros, creyendo que así tal vez daría con el culpable de los despistados genes que había heredado su primo. Mordió su labio inferior y respiró hondo. Ya no tenía sentido perder la cabeza por nada.
Ian era solo un año menor que él y se sentía responsable de su cuidado. Sin embargo, la manera en la que se había manejado desde que llegaron le dio a entender que no era su primera vez allí y que, por ende, no tenía por qué preocuparse.
Ya estaba dispuesto a darse la vuelta y correr hacia la salida cuando sintió un líquido helado escurrirse en su pecho.
—¡¿Pero qué mierda te pasa?!
Frente a él, un chico que le quitaba media cabeza en altura reía ante su propia torpeza. A Oliver se le tiñeron de un color carmesí las orejas, producto de la ira que carcomía sus entrañas. Ya bastante tenía con el traidor de su primo como para lidiar con un tipo que arruinó su camisa más cara.
—Perdóname —pidió, aún entre risas. Oliver le observaba incrédulo. ¿Quién carajo se creía ese cualquiera como para burlarse en su propia cara? Menudo sinvergüenza con el que tuvo la desgracia de toparse—. Te pagaré una nueva.
—Esta camisa vale más que los ahorros de toda tu vida, imbécil —soltó, casi sin pensar en cómo reaccionaría aquel idiota. Llevó parte de la tela manchada a su nariz, sintiendo así el inconfundible aroma a cerveza rubia—. Tremendos gustos simplones se cargan los pobres.
El chico volvió a reírse y Oliver se limitó a fruncir el ceño. ¿Era estúpido o qué diablos le pasaba?
—Discúlpeme usted, Excelencia —hizo una exagerada reverencia, como si se estuviese presentando ante la mismísima reina de Inglaterra o algo por el estilo—. ¿Esperaba un fino champagne francés o un whiskey irlandés quizás?
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Fuego en fuego [✔️]
Любовные романыOliver está harto de ser una marioneta. Para su suerte, o su desgracia, Ryan tiene las tijeras perfectas para cortar los hilos que controlan su vida. *** Oliver Fields tiene tanto que no tiene nada y no se había dado cuenta de lo vacía que era su vi...