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TW: Tortura.

Rexanne agarro a ambos hermanos de las manos, sacándolos a toda prisa del gran comedor. La música que resonaba por aquel amplio salón y las hormonas que salían de los cuerpos adolescentes provocaron que no tuvieran problema alguno en pasar desapercibidos. Mattheo estaba confuso, pero Tom furioso, lo peor de no poder matar al tercer integrante de la relación lo estaba consumiendo, era su hermano, pero últimamente, no se acordaba demasiado.

La azabache miro hacia las escaleras donde Granger parecía llorar, casi se ríe, amaba el sufrimiento ajeno; se limitó a darle una mirada de superioridad y comenzó su camino con los dos hermanos siguiéndola, ciertamente parecía una dueña paseando a sus dos perros.

Y así lo era.

Los pasillos estaban desolados prácticamente; la mayoría de los estudiantes estaban bailando o teniendo sexo con sus acompañantes, y los que no eran sus acompañantes, en salas abandonadas o en sus propias habitaciones.

Tom, por inercia, coloco su mano en la espalada baja de su amante sin pensar en que Mattheo se pondría excesivamente celoso, por lo que el menor repitió su acción sin dudarlo demasiado. Rexanne reprimió una sonrisa ante tal acto, si algo amaba era ver a sus chicos celosos entre ellos, como dos perros peleándose por un hueso, un exquisito y malvado hueso.

Los tres pararon en la entrada de la sala común, Tom, ansioso, no tardo en hablar.

— Sangre Pura.

El mural se abrió, el papel verde que adornaba la lujosa sala fue lo primero que vio la única chica, quien simplemente entro ignorando a los estudiantes que hacían vida o, mejor dicho, que la creaba, en los sofás de la sala. Subió las escaleras, cada vez más rápido, ansiosa por llegar a su tan querida habitación. No tardó demasiado en abrir la puerta dejándole paso a los dos deseosos Ryddle que esta noche compartirían cama con ella.

Mientras ellos estaban de espaldas cerró la puerta y se bajó el vestido dejándola tan solo con un pequeño tanga de lencería y las ligas puestas, junto a los tacones. Se aclaro la garganta y cuando los hermanos se dieron la vuelta podían jurar que se habían quedado sin aire ante la escena tan obscena que había ante sus ojos.

Rexanne era sensualidad pura, sus caderas y cintura, su rostro y su aire malvado era algo irresistible ante cualquier ser humano, tanto que a la mayoría se les olvidaba quien era ella o su madre.

La chica camino con lentitud, contoneando sus caderas, hasta los dos hermanos que la devoraban con la mirada, no había hecho nada más para que su polla se apretase contra sus pantalones.

— Eres tan hermosa.

Mattheo fue el primero en caer de rodillas, cosa que no tardo en seguirla su hermano. Rexanne se sentía tan poderosa, tenía a los dos hijos del señor tenebroso venerándola como una diosa, sus ojos se iluminaban por la profunda admiración que sentían y por su polla, la cual quería salir de sus pantalones.

— Mis pequeños estúpidos — murmuro acariciando sus rostros, uno con cada mano — Sois míos, y nadie me dirá lo contrario. Incluso si vosotros mismos no queréis.

Ellos asintieron, como si estuvieran en un trance, incapaces de separar sus ojos de aquella fémina que había frente a ellos. Rexanne agarro un puñado de cabello de cada uno, acercando sus rostros a la feminidad palpitante que tanto le molestaba.

— Si tanto me amáis como decís, demostrádmelo.

Oh, y lo hicieron. El primero fue Tom, retiro con delicadeza la ropa interior sacándosela por las piernas, dejándola con tan solo las ligas y los tacones. Hundió su rostro, probando su sabor dulce y gimiendo en el proceso. Mattheo, mientras tanto, beso sus muslos, dejando mordidas y marcas, que posiblemente tuviera mañana. Ella se agarró los pechos y echo la cabeza hacia atrás gimiendo fuertemente, anestesiada por los lengüetazos expertos de su amante.

PsychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora