XIX

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—Ekko esta raro.—

MJ caminaba de un lado a otro en su cuarto, mirando preocupada aquel peluche viejo.

—¿raro cómo?—Cait sacó el vestido de la bolsa y lo extendió sobre la cama.

—Después de que compramos la ropa, lo invité a quedarse en casa porque ya era tarde y se negó como si su vida dependiera de ello... Y desde entonces no ha vuelto a visitarme.—la bicolor se sentó frente al escritorio—. ¿crees que lo arruiné?—

—Es que... por lo que dices, no hiciste nada malo.—Cait se sentó a los pies de la cama—. ¿tal vez esta nervioso por la cena?—

MJ suspiró, recostando la cabeza en el escritorio.

—Espero que solo sea eso...—

~•~

—... ¿qué?—

—Que tengo sueños raros con MJ.—

Heimerdinger miró nervioso su vasito de agua, dándole un sorbo inconsciente.

—... ¿y quieres que yo...?—

—Que me ayude a dejar de tenerlos.—

Ekko se desplomó en el sofá, tapando su rostro con ambas manos.

Estaba frustrado.

Desde que había visto a la chica cambiándose días atrás, había empezado a pensar en tonterías. No era nada preocupante, solo curiosidad. Pero desde que la vio con aquel provocativo vestido... Simplemente enloqueció.
Soñaba con ella, de día, de noche, en cualquier momento que su mente no tuviese nada en qué enfocarse, ése era el momento en que MJ venía a su mente.

Yo solo te pertenezco a ti...

Heimerdinger miró extrañado como Ekko le sonreía a la nada.

—En mi larga vida, el amor es algo que no he experimentado mucho... Pero es evidente que eso que sientes ahora, es mera curiosidad.—Ekko lo miró—. Son jóvenes, sintiendo amor romántico por primera vez, la atracción física es normal.—

—No digo que no lo sea, pero... Diablos, no puedo simplemente ir con MJ y decirle "te imagino desnuda".—Heim se ahogó con el agua.

—Agradecería que no dijeras esas cosas de María frente a mi, recuerda que es como una hija.—

—Ay, perdone.—el pequeño carraspeó.

—Como sea, de momento te recomiendo que mantengas la mente enfocada en otra cosa ¿si? Podrías seguir trabajando en ese artefacto del tiempo.—

—Sí...—

~•~

El día de la cena finalmente llegó.
MJ se encontraba en la entrada del salón, recibiendo a cada invitado que llegaba.
Desde inversores de países aliados a simples cocineros de Zaun, el lugar se fue llenando... Pero Ekko no aparecía.

—¿es que no vendrá?—la chica miró preocupada hacia el interior del lugar, donde no había señales de Ekko.

—¿me buscabas?—

Al escuchar aquella voz, MJ tardó un segundo en voltear hacia la escalinata de la entrada. Ekko la miraba con una leve sonrisa.

—¿me queda bien?—

—Eres... Un idiota.—frunció el ceño—. Desapareces por una semana y ahora me hablas como si nos hubiésemos visto en la mañana.—se cruzó de brazos—. Sí, el traje te queda precioso. Te ves genial.—

~° Ecos del pasado (Ekko, Arcane)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora