Preparativos.

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Cuando regresaron del pueblo, la madre de Thimothée les esperaba con noticias. Noticias que pretendían sacarles una sonrisa. 

- ¡Evelyn viene a la boda! - dijo ella emocionada con una sonrisa. 

La única reacción de Thimothée fue esquivar a su madre y mascullar algo sobre la estupidez de la noticia. 

Lucinda la saludó cordialmente y se fue a sus aposentos. Según tenía entendido mañana empezarían con los ensayos para la boda, las decisiones de decoración y los peinados. La joven rezaba porque no tuviera que probarse ningún vestido por ahora. 

Se desplomó en una de las sillas cercanas a la cama y suspiró. Cerró las cortinas que daban al desierto jardín y se puso el largo camisón para dormir. 

Se quitó las trenzas y se peinó el pelo con el cepillo de cerdas suaves. 

Después se dispuso a irse a la cama mientras su mente le daba vueltas a su fecha de boda. 

Realmente quería desaparecer. 

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El día siguiente fue ajetreado. 

A Lucinda la maquillaron cientos de veces, la hicieron mil y un peinados y la tomaron medidas de todo el cuerpo. La llevaron diferentes vestidos de todos los colores imaginables, incluso la tomaron medidas del cuello para hacer gargantillas a su medida. 

Cuando pudo librarse de todo aquel séquito de modistas, se dirigió sola al salón principal en donde se celebraría la boda. 

Thimothée observaba como no menos de cuarenta personas se desplazaban por todo el gran salón gritando cosas sobre telas. El chico la vio llegar y esperó a que llegara a su lado para comunicarla las novedades. 

- La boda se adelantará. Está planeado que sea pasado mañana. Ya me he tomado la molestia de avisar a tu familia. - la comunicó. 

Lucinda sintió que el corsé la apretaba cada vez más. Desplegó el abanico y empezó a abanicarse. Todo la daba vueltas. Eso significaba que la noche de bodas se acercaba. Se acercaba peligrosamente. 

La joven puso una mano en su pecho y Thimothée, asustado, apoyó una mano en su cintura, temiendo que cayera al suelo. 

- ¿Te encuentras bien? - preguntó. 

Lucinda le arreó con el abanico en la mano y el chico la apartó, avergonzado. 

- No me toques. - le dijo enfadada. - Ya tendrás suficiente la noche de bodas - le masculló mientras se acercaba al cartero que entraba con un sobre en la estancia. 

Lucinda abandonó a un Thimothée confuso y se dispuso a preguntar por el contenido de la carta. 

- Alteza - la saludó haciendo una reverencia.

Lucinda hizo lo mismo, impaciente. 

- ¿La carta es para mí? - preguntó la joven. 

El cartero sonrió y negó con la cabeza. 

- Me temo que no señorita. - dijo extendiéndola al chico que se encontraba a su lado. - Es la Señorita Evelyn, señor. - le comunicó a Thimothée. 

El chico le dio las gracias y el permiso para retirarse mientras desenvolvía el sobre. 

Lucinda, que no quiso ser cotilla empezó a hablar con una mujer que estaba viendo distintas telas para el color de servilletas. 

- Este esta bien - comentó la joven princesa. 

La sirvienta le dio las gracias y abandonó corriendo la estancia. 

- Nos casamos mañana. - le dijo Thimothée antes de dirigirse, enfadado al centro del salón. - ¡Atención todo el mundo! - gritó dando un par de palmadas. - Todo esto tiene que estar listo para mañana. La ceremonia se ha adelantado. - les comunicó. El pánico reinó en la estancia. Faltaban demasiadas cosas como para que la boda se celebrara mañana. 

- ¡¿Estás loco?! - le gritó la chica en voz baja. - Mi familia no estará aquí a tiempo. ¿A que viene tanta prisa? - le preguntó. 

- Evelyn quiere estar presente para la boda - la explicó como si fuera evidente. 

- ¡¿Acaso importa?! - le gritó en el mismo tono de antes. 

Thimothée la miró como si fuera idiota. Aquello la enfureció. 

- Quiero que seas mi esposa para cuando ella esté aquí. - explicó apuntando con el dedo índice el suelo, avanzando unos pasos. 

- ¡Superalo! - le dijo. - Eres igual que un niño pequeño. Tienes pataletas todos los días y siempre hay alguien que pone su hombro para llorar pero eso se acabo; ya estoy harta.- le dijo apuntando a su pecho. - No me casaré contigo hasta pasado mañana. Cuando mi familia esté presente. - dictaminó. 

Thimothée no se atrevió a contradecirla. 

- La boda será pasado mañana. Disponéis de un día más por cortesía de la princesa. - comunicó Thimothée sin apartar su furiosa mirada de su prometida. 

Todos los sirvientes estallaron en llanto, dando las gracias. 

Thimothée desapareció de la estancia, con pasos firmes y la espalda tensa. 

¿Qué habría pasado entre Evelyn y él para que Thimothée tuviera tantas ganas de adelantar la boda?

Matrimonio Concertado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora