Thimothée llegó al castillo cuando el sol se escondía entre las montañas. Dejó al caballo en las caballerizas y se cargó sus provisiones y escaso equipaje al hombro. Por supuesto, no había criados o personal que mantuviera la casa adecentada así que le tocó a él hacer de ama de casa.
Subió las escaleras con el silencio sepulcral inundando cada rincón a su alrededor. Casi con miedo a romper la tranquilidad, abrió la primera puerta que encontró y empezó a limpiar el polvo. Estaba agotado después del viaje pero no quería dormir en el suelo.
Corrió las cortinas y dejó que la escasa luz que quedaba resbalase por la piedra fría que formaba el piso. Abrió las ventanas y la suave brisa del atardecer revolvió las sábanas que cubrían los muebles de la habitación.
Puso una mueca cuando una nube de polvo le rodeó, al destapar la cama. Sacudió los brazos a su alrededor, haciendo aspavientos hasta que el polvo terminó por caer al suelo. Palmeó las mantas y oleadas de polvo inundaron la estancia. ¿Hace cuánto tiempo que nadie iba allí? Sacudió la cabeza y estornudando, deshizo la cama para que se ventilara un poco.
Cuando la luz de la luna iluminó la estancia, Thimothée había terminado de quitar todas las sábanas que cubrían algo en la habitación. Suspiró, exhausto y decidió ver que ropa guardaba su padre en el vestidor. Para su sorpresa fue más de lo que había esperado. Dio las gracias a que no había ninguna demasiado horrenda como para no ponérsela. Sacó algunos conjuntos y se sorprendió así mismo cuando los labios se le curvaron hacia arriba, en una triste sonrisa.
Abandonó la ropa en uno de los sillones y se desnudó, dispuesto a dormir un poco.
Suspiró y dedicó unos minutos a escuchar el silencio que le arropaba. Parecía que el silencio y él por fin habían llegado a un acuerdo y se habían mostrado conformes a la hora de convivir juntos. Mientras uno no molestara al otro, todo esta en orden. Thimothée enterró el rostro en la almohada al darse cuenta de la locura de aquellas ideas. ¿El silencio y él haciendo acuerdos? ¿Se estaba volviendo loco? Rió, en soledad y terminó por cerrar los ojos justo antes de que una pequeña brisa le acariciara el rostro, revolviendo algunos mechones de cabello.
Le recordó a esas noches en las que Lucinda recorría su perfil con la punta de sus dedos, haciéndole cosquillas. Ojalá pudiera tenerla a ella ahora a su lado para abrazarla contra su pecho. Respiró hondo y cerró los ojos, intentando apartar aquellos pensamientos.
Mañana tenía cosas que hacer.
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Lucinda abrió los ojos, poco a poco, perezosamente. Se llevó una mano a su rostro y giró sobre si misma para encontrarse con el sol de cara. Entrecerró los ojos y masculló algo impropio de una dama.
Soltó una blasfemia y con la sola compañía de una sábana, corrió las cortinas y se volvió a meter en la cama. Segundos después su hermana Amanda entró en la habitación, con su énfasis mañanero.
- Lucinda - canturreó.
Ella gruñó algo y se tapó los ojos con la almohada. Estaba tumbada bocabajo y la piel de la espalda quedaba al descubierto.
- Tienes visita. - la dijo solamente.
- ¿Quién en su sano juicio querría visitarme, Amanda? - la reprendió ella.
- Un príncipe muy guapo llamado Dorian... - dijo su hermana.
Lucinda salió de la cama a la velocidad de la luz envuelta en sábanas y se zambulló en el montón de vestidos que componían su armario. Sus brazos apartaron vestidos y vestidos hasta que su mano dio con una tela suave. Lo agarró firmemente para asegurarse de que no lo perdía por el camino y se lo mostró a su hermana.
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Matrimonio Concertado.
FanfictionDos reinos destinados a juntarse por la unión de un matrimonio entre príncipes. Dos almas destinadas a unirse en sagrado matrimonio. Thimothée es el heredero a la corona de una de las grandes potencias del momento. Un chico apuesto, rico y con tod...