7. El hombre de negro

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    Entré en casa con el pulso aún acelerado, una mezcla de sentimientos me presionaba el pecho y me hacía sentir algo mareada. La adrenalina de sentir que le gustaba a alguien y en el lado opuesto la culpa y el auto sabotaje. Mi vida ya era bastante complicada como para ir a enredarlo todo más. "Es que no aprendes Irene..." me regañé. Jamás se me había pasado por la cabeza que entre Merlin y yo pudiera surgir alguna cosa, así que aquél beso tan inesperado me dejó  completamente en shock.

   Pasé unos días sin ver a Merlín, no porque no quisiera si no porque no habíamos tenido tiempo para vernos y tampoco habíamos coincidido, hasta entonces. Era la noche en que Cecilia celebraba su despedida de soltera y había quedado con Khira para dejarle a Emma. Fui a su casa y cuando llegué me encontré a Merlín, Richard y a David que habían ido de visita antes de que estos dos últimos se fueran a la despedida de los chicos. No esperaba encontrarme a nadie más y pasé bastante vergüenza cuando llegué; me había vestido como una jovencita alocada por petición de la novia. "Como reinas de la provocación" había dicho Cecilia. Íbamos a ir un grupo de chicas solas y no quería nada de atuendos recatados o aburridos, según ella era una forma de demostrar que nadie podía decirnos nada en cuanto a la forma de vestir, casadas o solteras.
Tenía que reconocer que aun habiendo tenido un bebé me había recuperado muy bien, aunque había tenido que tomarme en serio la dieta y el ejercicio para conseguirlo. Para la ocasión había elegido un mini vestido morado y lo había complementado con unas cadenas en mi muslo y otras que caían desde mi cuello por los hombros hasta la cintura, pero esa parte quedaba oculta, claro. Con todos los complementos y accesorios, resultaba un conjunto bastante atrevido para mí. No pensaba encontrarme a nadie conocido y me fastidió que estuvieran todos aquí.

 No pensaba encontrarme a nadie conocido y me fastidió que estuvieran todos aquí

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- Uau... te queda genial ese vestido. - me alagó Khira.
- Gracias, no suelo vestirme así y me siento un poco rara.
- No pierdes el tiempo, ¿eh? - dijo Richard arrebatándome a Emma de los brazos, le hizo alguna broma, le dio un beso y la sentó en la alfombra que Khira había dispuesto con sus juguetes.
- No le hagas caso, está celoso. - me dijo David acercándose a mi oído para que no le oyera. - Si quieres te llevo a la fiesta de las chicas, nosotros vamos en coche y nos va de camino.
- Ah, pues... vale, voy con vosotros. - No me apetecía mucho compartir coche con David y Richard, pero tampoco tenía ganas de coger el metro vestida como una buscona.
Merlin, que hasta entonces había estado callado, se quedó mirando como los otros dos hombres se iban hacia la puerta y me habló muy bajo.
- Ten cuidado. - dijo un poco serio. Yo sabía que lo decía como algo normal, que vigilara con el bolso y esas cosas, pero en el fondo había algo que me decía que no era solo eso, había algo más y no era capaz de darme cuenta de qué. Mi intuición trataba de decirme algo pero yo no lo entendía...

    El restaurante donde Cecilia celebraba su despedida estaba bastante cerca de donde vivía Khira, así que en unos pocos minutos llegué a mi destino y me bajé del coche de David. Me despedí de ellos y crucé la calle a grandes zancadas al ritmo de mis tacones. Me sentí aliviada en cuanto entré al restaurante y vi a Cecilia y a sus amigas; yo no conocía  a nadie más y no se me daba muy bien entablar conversación con personas desconocidas, pero pensé que tendría que hacer el esfuerzo por Cecilia. Una vez hechas las presentaciones nos sentamos a la mesa y empezamos a cenar. Me llamó la atención que prácticamente todas las mesas eran grupos, en su mayoría chicas, que celebraban cumpleaños o despedidas de soltera, excepto una mesa en la que había un hombre solo. Vestía sin ninguna gracia y estaba constantemente pendiente de su teléfono. "No me extraña que le hayan plantado..." pensé. Pronto me olvidé de él y volví a integrarme en la fiesta, la cual estaba cada vez más animada. Cuando terminamos de cenar nos sirvieron unas copas y el centro de la sala se vació dejando lugar a una chica con un micro.
- ¡Buenas noches chicos y chicas! ¿Lo estáis pasando bien? - la gente respondió al unísono de forma afirmativa y aplaudió. - ¿Queréis pasarlo aún mejor...? - preguntó después. Las chicas de la sala se volvieron locas y algunas se pusieron de pie lanzando silbidos con los dedos. Yo no entendía nada y miré a Cecilia, quién se hundía en su asiento y parecía encogerse cada vez más.
- ¡Pues que vengan las futuras novias! Ellas son las primeras que tienen que disfrutar esta noche tan especial.  Y vaya si va a ser especial, les hemos preparado una sorpresa MUY especial... - la animadora hacía un gesto con la mano mientras hablaba para hacer que las chicas que se iban a casar fueran al centro de la sala y se sentaran en unas sillas que los camareros habían colocado en semicírculo. En ese momento lo entendí todo. "No quisiera ser Cecilia".
- Os voy a matar... - Resignada, nuestra novia se levantó y se sentó con chicas de otros grupos.
- Bienvenidas futuras novias y disfrutad de vuestras últimas horas de soltería. Primero, para que relajéis los nervios, nuestro camarero de esta noche o servirá una bebida... súper afrodisíaca. Démosle la bienvenida a... ¡Alexis! - la presentadora se alejó del semi círculo de sillas y el público enloqueció. Un chico vestido de lo que parecía un camarero, se acercó con una bandeja llena de chupitos de color rosa y les fue sirviendo uno a uno a las invitadas sentadas allí en medio. El camarero en cuestión vestía solo un pantalón negro, una pajarita y un chaleco también negro. Su atuendo me recordó al de Richard en el escenario hacía unos años; qué guapo iba... ¿por qué todo me tenía que recordar a él...? El falso camarero, una vez repartida la bebida se puso a bailar enérgicamente jugando con su bandeja vacía, haciéndola girar y practicando pequeños malabares. El chico era como una de esas esculturas antiguas perfectamente proporcionadas pero de carne y hueso. Tenía la piel morena, el perlo negro y una barba de pocos días perfectamente recortada y cuidada. Tenía un aire exótico, la verdad, posiblemente fuera turco, ya que en Alemania había mucha gente de procedencia turca. Seguramente Alexis ni siquiera fuera su nombre real... 

Mientras yo ya estaba perdida en mis pensamientos como era habitual, el chico seguía bailando y quitándose la ropa para el deleite de unas y escándalo de otras

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Mientras yo ya estaba perdida en mis pensamientos como era habitual, el chico seguía bailando y quitándose la ropa para el deleite de unas y escándalo de otras. Cecilia que hasta entonces había parecido bastante incómoda, ahora era de las que más sonreía cada vez que Alexis la tomaba de las manos y se las ponía en sus pectorales, en su abdomen... Ya había tenido suficiente espectáculo. Decidí salir un momento para llamar a Khira y ver qué tal iba la noche con Emma. Así, con suerte cuando volviera el striptease ya habría terminado y podríamos irnos a otro sitio. Me quedé en la puerta del restaurante mientras hablaba, no necesitaba alejarme mucho, hasta que el tipo solitario que cenaba solo salió a fumar. Sabía que mi conversación no le interesaba, pero tampoco quería que me escuchara y me alejé unos pasos. Khira me dijo que mi pequeña había cenado muy bien y que después se había quedado dormida viendo Frozen. Mi dulce Emma... y pensar que tenía que volver a dejarla para ir la boda.

    Volví a entrar al restaurante y tal y como esperaba el espectáculo ya había terminado; me reuní con las otras invitadas pero Cecilia no estaba y nadie parecía haberse percatado. Me senté a observar a la gente mientras daba sorbos a mi copa cuando divisé a Cecilia salir por una puerta de servicio. Se giró y dijo algo a la persona que había al otro lado de la puerta, en ese momento apareció Alexis por el marco de la puerta vestido solo con un pantalón de deporte, tomó la mano de mi amiga y le dio un beso en el dorso como despedida.
- ¿Pero qué has hecho? - le dije escandalizada cuando se acercó a mí.
- No sé de qué me hablas.
- ¡Venga ya, joder! Te he visto salir por allí acompañada de Alexis. ¿En qué coño estabas pensando?
- Oye, relájate, ¿vale? Solo porque me has visto con él no significa nada... - dijo con indiferencia.
- No hace falta ser muy lista para saber lo que ha pasado en el cuarto de la limpieza. 
- No era el cuarto de la limpieza... - protestó Cecilia. Inmediatamente se dio cuenta de que estaba aceptando mi acusación y se quedó callada.
- Ceci... que te vas a casar... ¿te parece justo para David?
- Por favor no le digas nada... solo ha sido esta vez, lo juro. Yo le quiero mucho.
- Eso cuéntaselo a él. ¿Te das cuenta del compromiso en el que me acabas de meter?
- Pues olvídalo, ¿vale? Emborrachémonos y hagamos como que esto no ha pasado.
Iba a seguir con mi regañina cuando se acercaron otras chicas y empezaron a insistir para que nos fuésemos a una discoteca. Aunque no tenía muchas ganas, al final me dejé arrastrar a un antro con una música terrible. Estaba apoyada en la barra sin muchas ganas con una copa en la mano. Vigilaba a Cecilia para ver si ligoteaba con alguien más mientras de vez en cuando tenía que sacudirme a algún pesado que intentaba darme conversación. Como vi que parecía comportarse y estaba deseando volver a casa me despedí de todas y fui al baño antes de irme. Al lavarme las manos me di cuenta de que había perdido una pulsera que llevaba, no es que fuera cara, pero le tenía cariño. "Vaya mierda de noche" murmuré mientras salía del baño de mujeres. En ese momento me crucé con una cara que me resultó familiar, pero no fue hasta que llegué a la calle cuando pude recordar donde lo había visto. Era el tipo raro que cenaba solo. ¿Qué probabilidades había de encontrarte a la misma persona en dos sitios distintos en una noche? Realmente era demasiada coincidencia, pero no encontraba ninguna explicación que tuviera sentido y empecé a pensar que me estaba volviendo una maniática. 
Nada más llegar a casa me olvidé de todo aquel asunto, de Cecilia y del hombre extraño. Tenía unas pocas horas para dormir antes de ir a recoger a Emma.

    Al día siguiente fui a buscar a mi pequeña y pasamos el día las dos solas: la llevé al parque, preparé la comida y por la tarde estuve jugando con ella. Los días pasaron en un abrir y cerrar de ojos, y cuando me di cuenta, ya había pasado una semana, situándonos en la fecha de boda.
Una vez más, dejé a Emma con Khira, esperaba que después de la boda ya no tuviera que dejarla más que para ir a trabajar.
Richard vino a buscarme, habíamos quedado que pasaría a recogerme y desde allí iríamos juntos a la boda.

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