No more games [loki y tú - 2datemporada]

[07. Entregar]

03:32 hrs.

Después de una animada fiesta en el lujoso hotel, ambos volvieron a la casa frente a la isla, ligeramente borrachos después de unas copas.

—Los zapatos me están matando. —dijo, sacándose los tacones y arrojándolos al suelo torpemente.

Tony traqueó el cuello y se quitó el abrigo que llevaba puesto, dejándolo en el sillón mientras se acercaba a la rubia y le estampaba un beso en los labios.

—Buenas noches, preciosa.

—Espera... —lo tomó de la mano— ¿No quieres dormir conmigo?

Aquello tomó por sorpresa al castaño.

—¿Estás segura?

—Totalmente.

Se dirigieron a la habitación de Tony y cerraron la puerta tras de sí.

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—¿Puedes... —preguntó girándose— Ayudarme con el broche?

—Por supuesto.

Se acercó con delicadeza, delineando su cuello con su mano y dirigiéndose al lugar del cierre, bajándolo lentamente. Ella pudo sentir su respiración caliente en su nuca, y tuvo que evitar estremecerse cuando la voz en su oído llegó.

—Listo.

La ojiazul se giró hacia él, sosteniendo su vestido y pegando su cuerpo.

—Puedo prestarte una camiseta si quieres...

—¿Crees que sea necesario? —arqueó una ceja, aproximando más su rostro.

—No hagas eso.

—¿Hacer qué?

—Incitarme, sobretodo cuando sé que no puedo tenerte en todo tu esplendor.

—¿Acaso no puedes?

—___, creo que has bebido de más y no quiero que al despertar te arrepientas de lo que hiciste.

—No me voy a arrepentir. —aseguró en un susurro— Tony, quiero entregarte mi corazón, quiero entregarte mi cuerpo, quiero entregarte mi tiempo y mi amor, porque tú vales totalmente la pena.

Eso fue suficiente para que el castaño tomara su rostro y la besara con pasión, mientras el vestido de la rubia resbalaba por su cuerpo hasta que por fin cayó al suelo, todo estaba a oscuras y lo único que iluminaba la habitación era la luna y el reactor arc del pecho de Stark, que fue lo que le ayudo a divisar la preciosa silueta de la joven mujer que estaba enamorado.

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Ambos se dejaron caer sobre la cama, entre besos y caricias tiernas, hasta que durante el proceso la camisa del millonario desapareció al igual que su pantalón, la ojiazul se posicionó encima de su regazo, mientras él acariciaba su espalda con las yemas de sus dedos.