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Mikasa

Había desechado la idea de irse a sentar pero Eren la obligó hacerlo.
Se acomodó en la sala deseando ir al patio y sentir la brisa del día.

Los tres rubios que estaban ahí abandonaron el lugar, así que solo estaba ella con sus pensamientos.
Aquella personita invasora se movió inquieta en su vientre.

Bueno, ni tan sola.

Sonrió.

La verdad es que este bebe no estaba en sus planes, aún no. Cuando sostuvo aquella prueba de embarazo y salió positiva, se encontró a ella misma con la idea de que nunca iba ver un momento perfecto para tenerlo.
Ella quería un bebe, había estado en sus planes, lo terminó de confirmar cuando sostuvo en brazos al niño de Historia

¿Y entonces porque no ahora? No les iba mal económicamente hablando y eran muy felices, este niño estaría en un buen hogar con una buena familia. Pero eso no evitaba que tuviera mucho miedo, mucho miedo de irse antes de tiempo como sus propios padres o no poder criarlo bien.

Aquello desaparecía cuando se preguntaba cómo sería su bebe ¿se parecería a ella? ¿a él? ¿tendría sus prominentes ojos turquesa?
Eso la hizo sonreír.

Podría con esto y lo mejor es que no estaría sola, estaría con Eren. El tema de los niños ya había salido a colación antes y ambos querían, así que... ¿qué mejor momento que ese?

Se decidió.
En los días previos, estuvo mencionando cosas relacionadas con el tema empezando con pequeñeces para no tomarlo con la guardia baja. Sabía en el fondo que aunque le diera todas las señales del mundo, nada iba a evitar la sorpresa de él.
Y que mejor lugar para darle la noticia que en donde siempre van a comer waffles. Con la excusa de ir al baño, habló con una mesera del lugar para que escribieran cierta oración en un platillo especial.

Vas a ser papá.

Se leía en letras de chocolate líquido sobre el último waffle que llegó a la mesa.
La expresión de Eren valió millones y la atesora como una de sus favoritas de todo el tiempo.

Mikasa salió de sus recuerdos y recargó su cabeza en el mueble se decidiendo acariciar su barriga.
En secreto deseaba que tuviera los ojos de Eren, aunque tampoco le molestaba que fueran grises como los suyos, porque aquel color ella lo heredó de su mamá.

Detuvo el movimiento con sus dedos y en su lugar otro comenzó allá abajo.

—Si que eres una cosa tremenda —reanudó las caricias y su bebé dejó de moverse—. Oh, ya entendí, te molestó que dejara de hacerlo —tarareó una canción y detuvo sus manos otra vez.

Sonrió cuando lo volvió a sentir moverse.

—Si que eres exigente, igual que... tu papá —eso la hizo sentirse extremadamente contenta—. Solo por favor, no seas tan malo conmigo cuando estés aquí afuera.

Siguió tarareando la canción hasta que Eren la interrumpió.

—¿Quieres ver cómo quedó? —le preguntó refiriéndose al patio.

Ella asintió.

Habían organizado una pequeña fiesta para revelar el sexo del bebe. Mikasa no era aficionada a la idea pero entonces, unos semanas después de enterarse de la noticia, se encontraba muy emocional. Vio un video en internet sobre una pareja en una reunión donde con confeti (de color azul por cierto), daban a conocer el sexo del niño.

Se puso a llorar y desde ese día quiso hacer lo mismo, pero no con confeti, si no con un pastel que al partirlo mostrara el color correspondiente. Eren no pudo decirle que no, ella se veía muy emocionada. No querían algo grande, solo sus amigos, Levi, Hange y los papás de su esposo. Carla dijo que estaría feliz de que fuera ahí en su casa, así que así se hizo.

Nadie te va amar como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora