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Mikasa

Con ayuda de Annie metieron a Sasha a su cama. La rubia abandonó rápidamente el cuarto para ir a limpiar la sala. Igual no fue como si hubieran hecho mucho desastre, ya no son unas chicas de universidad.

Tiene que admitir que primero no pensó que fuera una buena idea ahogar la penas con alcohol. Al principio, se dedicaron a escuchar a su amiga, ella se recargó sobre el pecho de Mikasa y se veía como una niña pequeña que acababa de caerse de su bicicleta. La azabache comenzó acariciarle los cabellos y fue lo suficientemente para que Sasha se soltara a llorar a cántaros.

Mikasa sintió que algo se rompía dentro de ella al verla así y no poder hacer nada más que decirle que todo estaría bien pero eso no se le hacía suficiente. El punto de quiebre fue cuando la castaña la miró directo a los ojos y le dijo que quería una familia como la de ella. La apretó más a su pecho y un par de lágrimas escaparon de sus ojos grises.

Annie apretaba la mano de Sasha y esta le devolvía el toque. Se quedaron así un buen rato hasta que ella dijo que tenía hambre. Esa fue la luz verde que necesitaban para distraerla.
La rubia preparó solo una bebida para si misma cuando Sasha se la arrebató rápidamente de las manos y ese solo fue el comienzo de su mañana de margaritas.

Y mientras bebían contaban historias de hace un par de años, comían muchos dulces y del buffet que pidió Sasha. En algún momento ella las invito a bailar, Mikasa nunca le diría que no a un baile y por más que Annie se negó al final terminó cediendo.

Todo lo malo que había pasado en la mañana había quedado atrás aunque sea por un par de horas, probablemente cuando su amiga se encontrara con Niccolo la tristeza llegaría otra vez. Ahora solo le quedaba superarlo.

Mikasa le depositó un beso en la frente antes de escribirle un 'te quiero' junto con un corazón en una nota de una de sus libretas de su mesita de noche. Le dio una sonrisa y salió de la habitación para ayudar a Annie a limpiar.

—¿Quieres que te lleve a tu casa después? —le preguntó Mikasa.

Annie negó. —Tengo otras cosas que hacer antes de llegar pero gracias —respondió mientras pasaba por última vez un trapo azul sobre la barra de la cocina— ¿Estás segura que puedes manejar? Podemos irnos juntas si no te sientes bien.

Ahora fue el turno de Mikasa el negar.

—No, estoy bien. No tomé mucho —se colocó uno de los mechones de su cabello tras la oreja izquierda.

Era verdad.
Se había dedicado más a comer que a tomar a pesar de que las margaritas tenían un sabor muy bueno y dulce. También asume que se encuentra bien porque mientras bailaban cualquier rastro de alcohol pudo haberse ido.

—Perfecto —Annie extendió el trapo para que se secara un poco—. No hicimos mucho alboroto así que ya podemos irnos.

Mikasa sonrió y se sintió apenada pues no había ayudado mucho a la rubia. Se acercó a uno de los muebles de la sala y tomó su bolso para poder salir del lugar.

Antes de que la azabache pudiera despedirse Annie le ganó la palabra.

—Hay que vernos más seguido —ella miró hacia el suelo—. No es que me interese mucho pero Armin y los demás se reúnen más seguido que nosotras.

A Mikasa la tomó con la guardia baja. En la mañana la contraria había dicho que no tenía tiempo para estas cosas. Siempre había sabido que su amiga es de la que casi no expresa sus sentimientos pero había creído que lo dijo hace un par de horas era en serio.
Ya sabiendo cómo responder, decidió tomarlo a la ligera.

—Quieres ganarles en la reuniones ¿no es así?

Annie levantó la vista pero seguía sin mirarla. —Quizás, o quizás en verdad quiera compartir más tiempo con ustedes.

Nadie te va amar como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora