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Eren

Tenía rato que habían terminado con el desayuno y ahora él y su hija se encontraban en el suelo, jugando con unos bloques de construcción de Poppy. Ella tampoco tiene mucha paciencia para esto, pero poco a poco va aprendiendo. Le gusta más destruirlos que armarlos como cualquier otro niño... o eso supone.

Miró el reloj de la sala, apenas iban a dar las diez. Hoy era domingo así que su día solo iba consistir en estar tranquilo, jugar con Poppy y ver un rato la televisión. Mikasa le dijo que iría a casa de Sasha porque las cosas no habían salido bien.

Se sintió un poco triste por su amiga, él sabía (como casi todos) las ganas que ella tiene de ser madre. Una leve mueca apareció en su rostro.

Los gritos de Poppy lo trajeron de vuelta a la realidad.

—¡Papá!

Eren miró como el pequeño castillo que habían formado estaba de nuevo en el suelo hecho trizas.

Yo no era tan destructivo ¿o si?

—¿Qué le habrá pasado? —preguntó él haciéndose el desentendido.

—No she —la pequeña azabache se encogió de hombros.

—No puedo creer que la princesa haya tirado su propio castillo —Eren colocó ambas manos en sus caderas, su tono de voz era levemente reprobatorio todo como parte de su juego— ¿ahora donde vas a vivir?

Poppy apretó los labios, sus ojos grises iban de un lado a otro pensando en una respuesta. Se levantó de su sitio, su manita salió disparada rápidamente hacia el frente presionando el pecho de Eren.

—Tú —dijo su hija con una sonrisa.

No se tenía que ser muy listo para entenderle.

—¡¿Conmigo?! —su voz ahora era alarmada—. No lo sé —fingió pensarlo— mi castillo no es muy grande.

La cara de Poppy cambio de una feliz a una seria.

—¿Y tú mamá? Ella no tendrá donde vivir si me quedo contigo.

Poppy abrió la boca sorprendida, ni si quiera se había acordado de su madre.
Eren puso su mano en su barbilla considerándolo, tomándose su papel muy enserio.

—No puedo hacerle eso a tu mamá o quizás ella pueda irse a otro lado ¿tú crees que le guste la calle?

—Nonono —se apresuró a decir la niña, puso ambas manos sobre la boca de su papá—. Mamá sewa tiste.

Ella abrió sus ojos grises lo más que pudo, parecía que se iban a salir de sus cuencas, estaba asustada pero segura de lo que fuera que estuviera pasando por su cabecita. El castaño ha visto esa mirada antes, no precisamente en ella ni en situaciones de juego, más bien en situaciones en donde si ha sentido que todo estaba apunto de irse por la borda.

Como la primera vez que él y Mikasa pelearon después de casarse.

Su mirada era como si dijera "todo se ha acabado". El miedo y la tristeza se mezclaron fuertemente en su interior en aquel entonces.

—¡Mi madina Histowia! —exclamó Poppy, trayéndolo una vez más de regreso—. Y, y, y ¡Matt! —ahora sus ojos se tornaron con un pequeño destello.

—Oh por Dios —Eren habló con mucho disgusto, ya no tan fingido—. Mejor con Armin.

A pesar de que todo el asunto de la madrina fue algo apresurado, Historia estaba cumpliendo muy bien con ello (de Armin nunca lo dudo). La rubia quiere tanto a su hija y a la inversa.
Los niños se llevan bien, la diferencia de dos años no parece importarles.
De vez en cuando Ymir suele bromear con que "ellos harían una bonita pareja de grandes". Y Eren suele rodar los ojos y temblar un poco con tan solo imaginarlo, es decir, Poppy no cumple ni los tres y ya la están imaginando de pareja de alguien.

Nadie te va amar como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora