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Mikasa

Estaba contenta, un poco nerviosa pero contenta. Ya estaban en el departamento, Eren cerró la puerta y ella se quedó ahí, no sabía qué movimiento hacer ahora.
Él la abrazó por detrás depositando besos cortos en su cuello.

Casi eran las tres, no habían estado mucho tiempo en el nuevo lugar, pero no le importó, no iba a preocuparse por cosas absurdas ahora. Se giró y estrelló sus labios contra él.
Esperaba no haberse visto muy rara besando sus nudillos, si bien había tomado, no había sido el alcohol quien la empujó a eso. Estaba más lúcida que la otra vez, el baile había hecho que no se le subiera tanto.

Y quiere esto, quiere esto con Eren.
Lo que más ansia es que él también lo quiera con ella.

La manos del castaño recorrían su espalda y después siguieron su camino más abajo. Mikasa gimió en sus labios cuando él apretó ligeramente sus glúteos.
Eren comenzó a caminar con ella, la estaba dirigiendo al cuarto.
La azabache se sentó en la cama para desabrocharse las zapatillas, él estaba parado, desabrochando los botones de las muñecas. Y Mikasa ya no sabía que hacer ahora, esperaba que él si porque los nervios la invadieron.

Se recostaron en la cama, Eren empujó sus zapatos fuera y antes de quedar por completo encima de ella, preguntó: —¿Estás segura?

Claro que si, pero no sé qué rayos hacer.
Es decir ¿y si no lo hago bien?

No podía dejar que sus nervios le ganaran, ella quiere esto.
Asintió, pero Eren no le creyó.

—Podemos dejarlo para después.

Mierda. Mierda. Mierda.

Dile la verdad...
Pero no quiero que se ría de mi.

—Mikasa.

No se había dado cuenta de que no lo estaba viendo, su vista estaba enfocada en otro lugar. El chico comenzó a levantarse pero Mikasa lo atrajo de nuevo a ella.

—Si quiero —soltó—. Peronosequehacer —dijo rápidamente, escondiendo su cabeza en su cuello, enredando los brazos en su espalda—. O sea si se, pero...

Díselo ya.

Había leído libros que describían muy bien el acto, pero una cosa era leerlo y otra cosas hacerlo.

—Y si... ¿No lo hago bien? —su voz salió temblorosa, no quería que se burlara de ella, pero tenía nervios. Restregó su nariz en el cuello del moreno.

—Solo has las cosas con las que te sientas segura y, bueno, para eso es la comunicación ¿no? Tú me dices si te gusta el rumbo de la situación y yo te digo si me siento bien también.

Hubo un breve silencio.

—Por ejemplo, me gusta eso que estas haciendo con tu nariz.

Se detuvo—. No es lo mismo.

—Claro que si, es un acto pequeño, pero te digo que me gusta. Siéntete en confianza para decirme lo mismo y yo también lo haré ¿te parece?

Sintió que algo invadía su cuerpo, su mente. Los nervios disminuyeron un poco.

Asintió.

Se despegó de él y se recostó de nuevo en la cama, Eren se puso por completo sobre ella y le dio besos en el cuello.
Soltó un leve gemido.

—Eso me gusta.

—Muy bien —dijo él contra ella.

Siguió besándola, bajo hacia su clavícula. Mikasa colocó las manos sobre su pecho, tratando de desabotonar su camisa. El castaño se separó y la ayudó con el trabajo. Tiro la prenda a un lado. Sus manos recorrieron su pecho desnudo, los nervios iban desapareciendo poco a poco. De repente, ella se levantó para quedar sentada, quería cambiar posiciones. Lo besó, se puso arriba de él con ambas piernas a lado y lo fue acostando en la cama.

Nadie te va amar como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora