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Mikasa

Que ducha tan refrescante.

Mikasa estaba sacándose los dedos de sus pies en la cama de Eren.
Era viernes y habían encontrado un rato para verse, todo acabo en un ducha compartida. Resulta que le gusta pasar mucho tiempo con él, le gusta compartir momentos desde los más privados hasta los más tribales.
Le gusta cuando se queda a dormir con él, le gusta compartir cama y más lo que hacen en ella.

No solo es sexo, es... amor.
Espera, ¿qué?

Se quedó quieta un instante. En ese momento, Eren gateó sobre la cama y comenzó a secarle el cabello. Ella levantó su cabeza y le regaló una sonrisa, el castaño le dio un beso en la mejilla.

—Te noto pensativa ¿qué te inquieta? —siguió secándole el cabello.

Mikasa negó con la cabeza.
Había pensando en la palabra amor ¿es realmente lo que siente cuando está con Eren?

La azabache estiró su mano para tocar las hebras del cabello del castaño, ahora el chico tenía un par de milímetros más largo su pelo.

Todo esto gracias a su etapa de exámenes finales, no había tenido tiempo de ir a la peluquería y siempre contestaba con un "tengo cosas más importantes en las que pensar que mi cabello". Pero un día, mientras almorzaban después de la escuela le preguntó a ella que le parecía el largo, porque planeaba cortárselo ese mismo día pero descubrió que la idea de dejárselo crecer tampoco le desagradaba. Mikasa le dio el visto bueno, el empujón que necesitaba.

—Listo —dijo Eren—. Como nueva.

Se bajo de la cama para buscar algo en uno de sus cajones. Sintió algo de miedo, pero ¿por qué?

No pienses en esa palabra, tu miedo no es justificable.
Es decir, ya llevamos un par de meses saliendo.

Cinco.

Es normal que el sentimiento de gustar cambie, pero ¿tan rápido para que ya diga amor?

Trago en seco.

Está bien. Tu miedo es completamente justificable.
Rayos solo yo puedo pensar en eso apenas con cinco meses juntos.

Eren estaba hablando, pero como estaba en medio de una discusión con sus pensamientos no lo escuchó.

—Mikasa.

Lo miró.

—Otra vez no me estás prestando atención —dijo de manera juguetona.

¿Como podía pensar en la palabra amor cuando solo la idea de algo más serio le aterraba?

—Perdón.

Ahg, aveces me detesto. Más bien, detesto estos pensamientos.

Eren se giró de nuevo para seguir hurgando en su cajones.

—Te decía que, mañana le haremos una pequeña comida a mi mamá por su cumpleaños, no será algo grande... solo seremos Zeke, mi papá y un par de sus amigos.

Él quiere que yo...

—No sé si te gustaría...

—No.

Su tono fue muy seco, tal vez debió negarse de una manera más cortes. Eren dejó de moverse.

Hubo un momento de silencio, silencio incómodo. Y Mikasa deseo que el chico nunca le hubiera hecho esa pregunta, más bien la insinuación.

—Tan si quiera me hubieras dejado terminar —giró su cabeza para poder verla de reojo.

—Está bien así —bajo la mirada, no se sentía tan mal, pero sabía que había hecho que Eren si—. La respuesta seguiría siendo la misma —casi se muerde la lengua.

Nadie te va amar como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora