Nadie te va amar como yo

21

Mikasa

La han llevado a un nuevo cuarto para hacerle una ultrasonido, de esta manera podrán salir de la duda si es que ella está embarazada. Pieck aún no ha llegado y Eren sigue a su lado pero no ha dicho ni una sola palabra, ella estaba recostada en la camilla con los brazos sobre su estómago.

Mikasa no ha querido verlo a los ojos. No sabe si está exagerando o en verdad puede sentir la incomodidad en el ambiente.

Incomodidad

Si en verdad está esperando otro hijo, este sentimiento era último que quería que estuviera en un momento como este.

—¿Estás enojado? —preguntó Mikasa, ya no soportaba el pitido del silencio en sus oídos.

Pero Eren no respondió. Lo miró por el rabillo del ojo, el hombre parecía estar muy absorto en sus propios pensamientos. Podría tener una idea de que rondaba por su cabeza, la conversación de ayer. Y entonces se sintió ofendida.

—Yo soy la que debería estar molesta no tú —estaba enojada su voz la delataba.

Pero parece que eso hizo efecto en Eren.

—¿Qué es lo que te molesta, dime? —Mikasa lo miró—. No entiendo porque lo estás, yo soy la que debería estarlo en dado caso, quiero decir, está creciendo dentro de mi.

—No estoy molesto contigo, si no conmigo —a pesar de que ella lo veía, Eren tenía la vista enfocada en la nada—. Debí ser más cuidadoso.

Él se veía abatido y en lugar de provocar aunque sea una mínima de compasión, hizo todo lo contrario.

—¿Y qué? —el tono de la azabache era furioso, se levantó para quedar sentada y lograr que el moreno la viera a los ojos—. Si estoy esperando un bebé ¿vas a estar así todo el embarazo? ¿Lamentándote por algo que solo es mi decisión? —sus manos apretaron la manta sobre la camilla—. Parece que lo que hablamos ayer ya salió por tus oídos.

Eren la miró y estaba igual que hace unos minutos, no había cambiado su compostura en lo más mínimo.

—¿Qué es lo que quieres que haga? —Mikasa frunció su ceño y no recuerda algún momento en que haya estado tan enojada como él.

Bueno, si los hay, pero este le gana a todos.

—¿Qué lo aborte acaso?

El castaño no dijo nada pero su expresión habló por él, abrió levemente la boca.

—Puede que esto cambie mis planes —continuó Mikasa, ahora usando un tono más tranquilo pero igual de serio—. Pero no le voy a decir que no a esto —dijo refiriéndose al posible bebé—. Y yo... necesito que me apoyes no que te llenes de culpas y dudas.

Eren bajo la mirada al suelo, ella sabía que estaba arrepentido pero aún seguía sin decir ni media palabra.
Los ojos de Mikasa comenzaron a humedecerse.

—¡Carajo! ¡Tú deberías estar dándome palabras de aliento! —una lágrima resbaló por su mejilla y se sintió tan sensible y vulnerable—. No debería estar buscando tu ayuda.

Él levantó la vista, sus ojos estaban reteniendo lágrimas, se levantó de su asiento para abrazarla, la cara de Mikasa se apretó a su pecho mientras comenzaba acariciar su melena oscura.

—Perdón, perdón, perdón —enseguida le dejó varios besos en la su pelo—. Tienes toda la razón, yo... tenía miedo. Lo siento a un lo tengo, no quiero que un día despiertes y digas que esto no era lo que querías.

Ella sorbió por la nariz, supuso que algunas lágrimas ya debían de haber mojado la camisa del contrario.

—Eres un idiota Eren, no sé qué rayos escuchaste en esa reunión con tus amigos pero tú debes de conocerme más, tú debes de saber que no estoy molesta y si estoy embarazada obviamente no le voy a decir que no al bebé. Ya deberías saberlo. Entiendo tu preocupación, pero ya deberías conocerme para saber que no pasará lo que piensas.