Antro/editado

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Vanessa y yo íbamos de camino a la universidad, todo era silencio

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Vanessa y yo íbamos de camino a la universidad, todo era silencio. Y era algo extraño, Vanessa siempre parloteaba.

- ¿Qué sucede contigo?

-Nada, solo disfruto el silencio mañanero. Suspira.

-Creí que...preguntarías algo, como por ejemplo del señor engreído.

- ¿Hay algo que no me dijiste de  el?

-Bueno...ayer...en los casilleros del gimnasio, me cambie de blusa porque se me había mojado, pensé que nadie entraría a esa hora...

- ¿Te vio desnuda?

-Eeh, solo en sostén.

- ¿¡Que!

- ¿Y lo dices tan naturalmente? Se ríe.

-Eeh, yo no sabía que era algo malo hasta ahora...

Vanessa solo se ríe y niega.

———

Al llegar, Vanessa fue a tomar su curso de costura. Y yo, fui a el mismo comedor de siempre para repasar. Me rasqué la cabeza inconscientemente mientras leía los textos, y mordí el borrador del lápiz, justo antes de escribir en mi libreta. La tome entre mis manos y justo en ese momento me fue arrebatada, fruncí los ceños y mire hacia arriba.

- ¡Dámela!

-Haz que te la de, pelirrojita.

Me puse de pie decidida y comencé a brincar mientras que se lanzaban la libreta entre ellos.

- ¡Dénmela ya!

- ¡Aaww! La niñita va a llorar.

Se burlo, seguido por el otro chico. Vi en ese momento como uno tiro la libreta al suelo, y la pisotearon entre las dos, hasta hacerla pedazos. En ese momento me sentí muy frustrada, hay estaban todos mis estudios, todos mis repasos, dibujos de diseños de ropa. Todo. Que no hice más que entristecerme, reprimí mis ganas de derramar lágrimas y solo me puse de cuclillas. Uno de ellos me escupió.

- ¡Olvidamos algo!

En ese momento comenzaron a derrumbar mis cosas del comedor. Para terminar por pisotearlas eh irse. Hice una mueca, y comencé a juntar todo, pronto comenzaría la primera clase.

- ¿Qué te sucedió? Escucho.

Claramente Vanessa no es, y solo hay dos personas en esta universidad que se acercarían a mí. Mi amiga, y el señor ilusionador. Se puso de cuclillas frente a mí, y segundos después sentí un rosé de su mano. Fruncí el ceño, alce la mirada y noté como observaba nuestras manos; fue ahí cuando me di cuenta de que su mano tocaba la mía.

-Son unos estúpidos.

Reí, algo divertida.

- ¿Y tú me lo dices?

𝐂𝐚𝐫𝐢𝐬𝐢𝐚𝐬 Ⓘ︎𝗻𝗼𝗰𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀   Ⓛ︎#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora