¿Quién es Gellert Grindelwald?

861 93 19
                                    



Albus había aceptado, ahora era su compañero en la búsqueda de las reliquias y había sido tan condenadamente sencillo. Gellert siempre fue un gran lector de almas pero para leerlo a él era tan difícil como imposible debido a que era un genio con la Oclumancia. Y fue sencillo leer a Albus sin entrar en su mente: un jovencito solitario, brillante pero con un futuro deprimente y decepcionante si decide quedarse en ese pueblucho a ser niñera de dos niño fastidiosos.

Gellert repugnaba ese tipo de magos, los que daban todo por amor y dejaban a un lado su talento, pero en Albus vio algo íntimamente especial, no quería mentirse a si mismo, él no era de esos, aceptaba cada cosa que pasara por su mente, se dijo que así era más fácil tener el control de sus emociones, Albus era excepcional, ya se lo había dicho Bathilda: Albus es un joven brillante, Gellert, serán buenos amigos, fue el mejor de su clase en Hogwarts, ¡imagínate! Aunque el pobre muchacho ha sufrido mucho, deberías ser su amigo y distraerlo un poco. Y por supuesto, Gellert aterrizó, desde hace un buen tiempo se había dicho que tenía que encontrar un compañero, alguien que lo ayudara porqué a pesar de que él era un mago inteligente, audaz y decidido, no podía con eso solo por más que lo intentara, pero... nunca encontró a nadie que lo complementara, Albus por otro lado, lo logró en tan solo un par de días.

Grindelwald no era sentimental, para nada de hecho, pero sentía lastima por Albus y también algo de admiración, dejar sus sueños por su familia, tonto pero sentimental, esa era una de las diferencias que Gellert había encontrado entre ellos: el amor. Sabía que para Albus el amor era la magia más poderosa, para Gellert no eran más que distracciones absurdas pero... ¿por qué le importaba lo que pensaba Albus? Gellert lo sabía bien, porqué ese mago sentimental era un pie de limón, dulce y aunque a Gellert le desagradaba, también le gustaba... era contradictorio, pero así era él.

Mientras estaba en Durmstrang aprendió muchas cosas, sobretodo magia negra y experimentó, por supuesto, lo echaron y Gellert los maldijo en silencio, estúpidos magos que no sabían apreciar el talento... algún día se arrepentirían de eso, pero él no, él jamás se arrepentía de nada, primero muerto antes de clavarse así mismo el puñal de la culpa. Era cuestión de tiempo que Albus le preguntara sobre su estadía en esa estúpida escuela... y le contaría todo, tenía que ser sincero con él si quería que Albus fuese sincero también.

Llegó a ese campo a las afueras del pueblo, era de noche, casi las ocho cuando vio a Albus tender una manta sobre el pasto seco y esparcir sus libros encima, lo vio tumbarse y sonrió, el viento despelucó un poco a su compañero y en la mente de Gellert surgió varios pensamientos dulces y cursis como: se ve adorable leyendo.

No se sorprendió, ya había constatado que Albus era un ser irritantemente adorable y no tenía intención de negarlo ahora. Se acercó a su compañero.

– Llegas temprano – le dijo

Albus sonrió desde abajo y se corrió para que Gellert pudiera sentarse sobre la manta de cuadros.

– O tu llegas tarde –

El rubio sonrió y se sentó a su lado estirando sus piernas – ¿Todo esto de donde lo sacaste?

– Habían libros en mi casa y algunos son alquilados de la biblioteca municipal – respondió – A donde fuimos la otra vez.

Gellert tomó uno de los libros – Me alegro verte tan entrometida en nuestra causa.

– ¿Y como no? – Albus lo miró – Pero, Gellert... ¿Cómo decidiste todo esto?

El mago búlgaro suspiró – Veo el futuro Albus.

– ¿Qué cosa?

Gellert asintió, como había dicho antes, tenía que ser sincero con Albus, al menos es lo crucial e importante para su causa.

– A veces tengo visiones del futuro, me permite saber donde estaré o que haré, no siempre es certero pero la mayoría de veces si – explicó el búlgaro, Albus lo miraba atentamente – Me vi siendo... – Gellert modifico un poco lo que realmente había visto – Ayudando a los magos, me vi siendo un mago poderoso y... bondadoso con aquellos que compartan mis ideales de un futuro libertino para nosotros.

No había mentido del todo, si se había visto... siendo un mago extraordinamente poderoso pero también se había visto a si mismo alzarse para dominar al mundo mágico, no exactamente con la varita de sauco, eso lo dedujo él tiempo después, pero para Albus sería irrelevante.

– Merlín... – Albus miró sus libros y luego a Gellert – ¿Tu... tu me viste?

Gellert esbozó una sonrisita – ¿Tu crees que de haberte visto no hubiese venido mucho antes?

Gellert se divirtió viendo el rostro de Albus pasar del roja al magenta en cuestión de segundo, el dulce y sentimental Dumbledore, y como para hacerlo sufrir un poco más porqué Gellert realmente era malvado, se inclinó un poco hacia el mago.

– No, Albus, lastimosamente no te vi antes – susurró

Albus asintió ligeramente y desvió la mirada – Así que... estudiaste en Durmstrang, ¿Cómo fue?

– No me gradué, me expulsaron – respondió Gellert tranquilamente –

El cobrizo no pudo ocultar su expresión de sorpresa.

– ¿Por qué hicieron algo así? Eres demasiado talentoso –

– Me alagas, Albus – Gellert se enderezó – Pero para ellos fue demasiado escandaloso que un joven practicara magia negra.

– ¿No es Durmstrang una escuela que imparte el conocimiento de la magia negra? – inquirió Dumbledore, confundido.

Gellert asintió – Si, pero mis... experimentos fueron un poco más tenebrosos, ya sabes, un escandalo y decidieron expulsarme.

– Y supongo que no hechas de menos tu país.

El rubio acarició el lomo de un libro con sus dedos – También soy inglés, no extraño nada en absoluto.

– Ya decía yo que hablabas muy bien ingles –

Gellert deslumbró con una impecable sonrisa orgullosa de si mismo.

– También hablo francés, alemán y búlgaro –

– Eres toda una caja de sorpresas – Albus lo miro, con aquellos ojos color del océano... tan puros y profundos, a Gellert le resultaba entretenido mirarlos – Dime algo en francés, se un poco de eso.

Gellert se echó para atrás sosteniéndose con sus manos.

– J'aime tes yeux – susurró el búlgaro.

Vio en Albus un nuevo sonrojo y desvió la mirada.

Adorable, simplemente adorable...

– Estoy seguro que has recibido toda clase de elogios por tus ojos – dijo Gellert

Albus sonrió sin mostrársela a él pero Grindelwald pudo verla, poner nervioso a Albus era su nuevo segundo pasatiempo favorito, el primero era estar con él...

– Bueno, entonces yo tendría que responder... J'aime aussi le tien.

Gellert sonrió – Creo que deberíamos empezar a leer, ¿no hemos venido a eso?

Ambos rieron y se ordenaron para comenzar con su búsqueda, Gellert observó de vez en cuando a Albus, veía como sus cejas se juntaban cuando no entendía algo, cuando se mordía el labio mientras se concentraba o cuando parpadeaba para descansar sus ojos, todo eso lo hizo mientras pensaba como sería el futuro con su compañero, fuese como fuese, quería tener a Albus con él y se encontró pensando en cosas que nunca había pensado con alguien más, tal vez justamente por eso, Albus le resulta tan atrapánte, eran parecidos y eran un complemento ideal. 

TODO LO QUE FUIMOS - GRINDELDOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora