Sangre derramada.

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 Albus y Newt entraron a la famosa sala de menesteres, los espejos que rodeaban a los dos magos vibraron cuando pisaron la baldosa negra, Albus cerró los ojos conteniendo el aliento, había llegado por fin el momento en que rompería cualquier lazo místico que tenía con Gellert. Tantos años... tantos días... meses, llenándose de valor y ahora estaba sucediendo.

Había luna llena esa noche, justo la que Albus necesitaba para el hechizo. Sacó el vial que flotó delante de él, sacó los recuerdos en una botella, el cabello de Gellert, el cabello suyo, su sangre. Todo tenía que mezclarlo en una botella, con ayuda de la magia levitante, Albus unió cada cosa, mientras Newt lo miraba, sabía lo mucho que le dolía a Albus romper aquel pacto... sabía lo que sentía, quizá no con certeza, pero ya todos habían perdido algo importante en esta guerra.

Albus tomó el vial y lo miró fijamente, por su cabeza pasó uno de los recuerdos más lindos...

Y prometo amarte, Albus, hasta mis últimos días.

Fue lo que dijo Gellert aquella vez cuando ambos eran tan jóvenes y ansiosos de poder, de comerse el mundo entero, juntos... solo ellos, con tantas ambiciones, fue cuando Dumbledore supo que nunca encontraría alguien como Gellert, y no se equivoco, Grindelwald era único en su especie.

Sin más preámbulos y aguantando una lágrima traicionera que a pesar de todo el exfuerzo cayó rendida por su mejilla, Albus introdujo el vial en la mezcla, levantó su varita y cerró los ojos:

– Yo Albus Dumbledore, estoy dispuesto a romper este símbolo de unión entre Gellert Grindelwald y mi persona, tomando la responsabilidad de mis actos, sacrificando mi corazón con el juramento de nunca volver a amar a nadie. Mi entrega es este juramento.

El vial brilló y después de un momento... se rompió, la sangre mezclada se derramo y todo se esfumó dejando un rastro de humo... Albus sintió un vacio en ese momento, tocó su pecho y exhaló, se estaba quedando sin respirar... era agonizante y sin poder controlarlo... cayó al suelo, quedando inconsciente.

Estaba hecho...

≈≈≈≈≈

El cuerpo de Gellert se balanceó, se llevó la mano a su pecho y se sostuvo de la baranda de las escaleras de Nurmengard. La respiración empezó a faltarle y horrible vació creció en su tórax, Queenie se paro en seco, miró a Gellert desde varias escaleras abajo, al verlo pálido y con una expresión de terror en su rostro, casi corrió hasta él poniendo su mano delicada encima del hombro del mago búlgaro.

– Gellert, ¿te sientes bien? – preguntó Queenie.

Gellert se enderezó lentamente, reponiéndose de lo que acababa de suceder sin embargo la sensación de ausencia la sentía presente todavía.

– Lo hizo – dijo Gellert –

– ¿Quién hizo qué? – preguntó Queenie – ¿Necesitas un medimago?

Gellert negó súbitamente con la cabeza – Necesito estar solo.

La bruja rubia no dijo nada, lo vio subir las escaleras todavía prendido de la barandilla. Gellert entró a su estudio y cerró la puerta con lentitud, miró su mano... el anillo brillaba... vio su reflejo en él y también vio el de Albus, miró todo a su alrededor, una extraña sensación de apoderó de él.

– Lo hiciste, Albus... – siseó

Su mandíbula se encontraba tensa y su magia empezó a concentrase, a perder el control, era guiada por el mismo dolor de que ya había perdido a Albus...

– Lo rompiste –

Y explotó, la magia azul platinada que poseía a Gellert explotó derrumbando cuadros, sillones, poltronas, rompiendo los vidrios de las ventanas, de la puerta del balcón, los ojos fieros de Gellert brillaban y supo que el momento se acercaba velozmente, pronto Albus estaría con él... pero no exactamente como quería.

Y por primera vez en mucho, mucho tiempo... una lágrima, solo una sola, cayó por la mejilla de Gellert perdiéndose en el aire y desvaneciéndose por completo, aquello que tanto los unía se desvaneció por completo, aquello que había sido testigo cuando él le dijo que lo amaba.

Pero si ese el destino que Albus Dumbledore quería darle a todo esto, Gellert lo aceptaría orgulloso y con la cabeza en alto, el amor nunca ha sido un impedimento... no será ahora.

≈≈≈≈

Cuando Albus se levantó, se encontraba en la enfermería, a su lado estaba Newt y al otro Minerva.

– Merlín, Albus – jadeó Minerva – Me asustaste.

Albus se incorporó, Newt le pasó sus lentes.

– Gracias – musitó mientras se los ponía – Tranquila, Minerva, estoy bien.

– Llamaré a la enfermera – dijo alejándose

Dumbledore ni siquiera tuvo fuerzas para frenarla y decirle que no era necesario. Quizá si tenía que ser revisado.

– Señor, ¿Cómo se encuentra?

– Mal, como si... hubiese matado una parte de mi – respondió Albus

– Lo lamento...

Albus suspiró, miró a Newt – No lo hagas, tu más que nadie no debe sentirlo. Pero gracias por estar allí, Newt, eres un buen chico.

– Y usted un buen hombre.

– No estoy seguro de eso.

– Lo es, créame – dijo Newt – Escuché cuando... renunció a... no amar a nadie más nunca, ¿Cómo es eso posible?

Albus dejó de mirarlo para concentrarse en algún punto fijo – No puedo hacerlo, ya no más.

– ¿Pero por qué?

– Es el precio que tuve que pagar por haber roto un pacto de sangre – respondió Albus

Newt miró sus manos – Nunca amar a nadie más... ¿Qué sucede si se enamora de alguien en un futuro?

– No podré hacerlo, de otra manera, podría morir –

– Es injusto... vivir una vida sin amar a alguien.

– Puedes tener otra clase de amor.

– Pero no una de pareja – replicó Newt

Albus lo miro esta vez – No importa. Gellert Grindewald puede ser un monstruo, Newt, un asesino y un corrompido pero mi corazón lo eligió a él, y no puedo hacer más, si el destino no me permitió estar a su lado, lo acepto, pero mi corazón le pertenece y contra eso no puedo luchar.

Albus se colocó de pie.

– Incluso después de la muerte – puntualizó.

Newt se quedó en silencio mirando como el profesor salía de la enfermería y pensó, que el amor era un arma filosa, que si quería sanaba pero si no, mataba. 

TODO LO QUE FUIMOS - GRINDELDOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora