Conversaciones al caer la nieve.

816 73 8
                                    



El amanecer no se hizo esperar, poco a poco el sol salió detrás de las nubes y la nieve blanca y espesa cubría todo el bosque, incluyendo la cabaña, Albus fue el primero en abrir los ojos nuevamente, su corazón brincó de felicidad al ver al mago búlgaro acostado a su lado, todavía dormido con un brazo rodeando su cintura y sus piernas entrelazadas, Albus alzó suavemente su mano y acarició su mejilla, estaba frío, así que decidió subir la intensidad del fuego.

El profesor se colocó de pie cuidando de no despertar por ningún motivo a Gellert, sabía que el rubio dormía poco, siempre estaba alerta, tal vez allí con Albus sabiendo que era un lugar seguro podía descansar, y eso solo significa una cosa: confiaba en Albus, confiaba incluso su vida, su libertad.

Albus se colocó su bata azul oscura, le hizo un nudo y salió de la habitación cerrando un poco la puerta para que ningún ruido penetrara en la habitación, todavía podía pensar que lo vivido anoche fue... obra su hiperactiva imaginación pero era ridículo pensar semejante cosa. Gellert estaba durmiendo desnudo en su cama después de haberle hecho el amor, ¿Cómo es eso posible? ¿por qué Gellert lo arriesgó todo viniendo a ese lugar? Eran preguntas que Albus todavía no comprendía, de cualquier modo, le gustaba tenerlo allí, le encantaba de hecho.

Movió su varita justo encima de los utensilios para comenzar a preparar el desayuno mientras él hacia otras cosas como leer el periódico acompañado por una taza de café caliente. Nuevas noticias de Gellert y sus seguidores... Albus suspiró y cuando alzó la mirada se encontró a un Gellert, tranquilo y ridículamente perfecto de pie bajo el marco de la puerta, llevaba una de sus levantadoras plateadas, el cabello hacia atrás y sus pies descalzos.

– Te queda bien – dijo Albus desde el comedor.

Gellert camino candentemente hacia él – Huele a libros, madera y césped.

– El aroma a tu amortentia, quizá –

Ambos se sonrieron, Gellert se inclino sobre Albus y aun con una sonrisita de esas que él solo sabe dar, lo besó en los labios. Cuando se separó, Gellert tomó la taza del café de Albus y ocupó un puesto al frente de él.

– Hace mucho tiempo no tomaba un buen café – repuso Gellert.

– Oh, es mi favorito ahora – Albus lo vio con una sonrisa – He preparado el desayuno.

Merlín, eso sonaba tan orgánico, como si de verdad fuesen pareja... como si vivieran juntos, como si se amaran...

Gellert asintió llevándose la taza de café a sus labios – ¿Nuevas noticias?

– Tus seguidores están fuera de control, asesinaron a dos aurores en Milan.

El rubio elevó su mirada a los ojos azules de Albus, siempre tan hermosos y llenos de vida. Pero comprendió que Albus le pedía a gritos silenciosos que detuviera todo esto.

– No puedo hacerme responsable de lo que hacen, Albus – replicó Gellert bajando la taza –

– Hacen todo ese tipo de atrocidades bajo tu nombre, Gell –

El rubio asintió, dejó la taza encima de la mesa y miró a Albus, respiró con paciencia.

– Así como tus adorados muggles ¿no es así? Crean guerras y disputas bajo el nombre de su Dios – dijo Gellert – Es aun más perverso.

– Lo sé, pero hablamos sobre ti no de su Dios –

Gellert giró los ojos – No puedo convencerte de lo contrario, Albus.

TODO LO QUE FUIMOS - GRINDELDOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora