El dueño de su corazón.

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El dueño de su corazón.

Gellert Grindelwald admiró la imagen del joven Credence evaporarse en el aire del reducido apartamento muggle. Sus acólitos lo habían limpiado bien, odiaba sentir alguna aroma desechable a esa familia de muggles, ellos se encargaron bien de todo, al menos estaban en una base un poco más... cercana a sus próximos seguidores y a lo planeado allí en Paris.

Odiaba París, pero tenía que estar allí, Credence se encontraba cerca.

Dejó su urna en manos de su fiel seguidor y miró hacia Krall, su seguidor más resiente y camino lenta y letal hacia él, como un dragón acechando a su presa. Eso representada Gellert Grindelwald para sus seguidores, un dragón ansioso de más poder, quería comerse al mundo con su grandeza... se detuvo a escasos metros del hombre que temblaba minúsculamente, sus rodillas parecían querer ceder en cualquier momento, la mirada profunda y bicolor de Gellert lo escrutó, esperando encontrar algo más que temor, tal vez ¿lealtad? No encontró nada, él era demasiado intuitivo, podía percibir claramente quien le daba su lealtad por temor, por respeto o por pasión a la causa, durante todo ese tiempo había aprendido sabiamente a diferenciar sus seguidores unos de otros.

– ¿Quién representa la mayor amenaza a nuestra causa? – le preguntó, su voz era gruesa y rasposa, tranquila.

Krall tragó saliva, teniendo todo conocimiento que había cometido un grave error al hablar sobre el muchacho delante de Gellert Grindelwald.

– Albus Dumbledore – respondió con toda seguridad.

Ese nombre...

El pecho de Gellert se contrajo al escucharlo... hacia mucho que no lo escuchaba tan claro y tan sonoro como en ese momento, aunque estaba seguro que nadie más, solo él, pronunciaba el nombre de Albus Dumbledore con todo el poderío que solo ese mago merecía.

Gellert se inclinó un poco más hacia el hombre, lo sentía temblar debajo de su mirada.

Pequeño insecto, cobarde y repugnante.

– Credence es la única entidad vida... – lo pensó durante un momento – que puede matarlo.

Matarlo...

Para eso estaba buscando a ese pequeño, para matar a su antiguo compañero... para sacarlo por fin de su camino de una buena vez, ¿dolía tanto? Gellert ya se había acostumbrado a la perdida y al dolor, los veía como viejos amigos, nada podía lastimarlo más, él se había encargado de eso, nada podía herirlo pero, pensar en asesinar a Dumbledore... eso tal vez si podía acongojarlo más de lo que esperaba.

– ¿De verás cree que puede matar al gran...

Se calló.

Gellert lo miró, el ronquido de todos los demás se apagó.

Y Krall por un segundo vio su muerte reflejada en los ojos azul y café de Grindelwald.

Gellert bajó un poco la mirada emanando una diminuta sonrisa ladina, pero sus ojos brillaron, llenos de sevicia.

– ¿Puede matar a Albus Dumbledore? – terminó por preguntar, corriendo su fatal error.

Y si lo mato, ¿Qué pasaría?

Pensó Gellert sin dejar de mirar a ese hombre.

– Se que puede – su voz no cambiaba a pesar de sus intenciones – Pero, ¿estarás con nosotros cuando eso suceda, Krall?

El hombre abrió la boca pero ella no salió palabra. Gellert lo repasó con la mirada casi quemándolo.

– ¿Estarás? – preguntó por ultima vez con vacilación.

TODO LO QUE FUIMOS - GRINDELDOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora