14

1.5K 188 4
                                    

Howard salía de la habitación de Tony con las ropas y cabellos desordenados pero con mirada aflijida.

Pepper no había tenido de otra que llamar al alfa padre, solo el pudo evitar que sus hijos murieran a manos del otro.

Arno seguía en el estudio, ahora debía hablar con él, Tony ya estaba lo suficientemente tranquilo para dejarlo solo.

-Creo que le vendría bien verte- susurró el Stark mayor a Steve

Pero Rogers no estaba seguro de eso, no tenía idea del porque de la pelea o todo lo que se habían dicho, además, su habitación, era el único lugar que todavía tenía el aroma de Maya.

Algo indeciso, llamó a la puerta con pequeños golpes

-¿Estás bien?

-Puedes entrar

Cohibido, Steve se adentró a la habitación, habían pedazos de vidrios rotos en el suelo y la ropa de cama estaba tirada

-¿Qué ocurrió?

No esperó que Tony lo abrazara con fuerza, mucho menos que comenzará a olfatear su cuello, ahí donde se encontraba su glándula omega.

Se dejó hacer porque, siendo sinceros, le gustaba, se sentía protegido, reconfortado y odiaba admitirlo, pero también excitado.

Se dedicó a disfrutar del contacto, tan inmerso estaba en aquel abrazo, que de sus labios salió un apenas audible gemido cuando Anthony rozó el lóbulo de su oreja con la punta de su nariz.

El lobo de Stark seguía alterado, seguía con la adrenalina de la pelea, el que Steve emitiera un sonido tan placentero le dió la iniciativa de apretar el menudo cuerpo contra si, de besar el cuello del omega frente a él.

Steve cerró los ojos y apretó la tela de la camisa que cubría el pecho de Tony, le encantaba la sensación.

-Tony...- susurró cuando este le apretó las nalgas, sentía como su entrada comenzaba a lubricarse

-Mio...mi omega- el castaño gruñó separándose del cuello para pasar a los labios del rubio y atacarlos sin compasión.

La caricia era tosca, ruda, necesitada, placentera

El Omega de Steve se regocijaba, pedía por más, pero su cuerpo no podia con ello.

La emoción y falta de aire hicieron que Rogers comenzara a tener un ataque de asma.

Tony se vió obligado a despertar de aquella bruma y auxiliar al ojiazul.

-Steve, Steve... dime algo

Rogers no paraba de toser y esforzarse por retener el aire en sus pulmones

-¿Qué hago?, ¡Mapache! ¡Pepper!

Tomó entre sus brazos al rubio saliendo a prisa de la habitación encontrandose a medio camino a James y sus hijos.

Los niños se asustaron al ver a su otro papi de esa forma, Barnes corrió hasta la habitación que compartía con Steve obteniendo su inhalador.

Rogers se esforzaba por mantenerse despierto, quería calmar a sus niños, a su alfa, pero tras la ayuda de su hermano de otra madre, fueron sus cachorros y Tony quienes lo tranquilízaron

Sintió suaves besos en su frente, todos de Anthony, también algunas caricias en sus manos y cabellos, esos fueron sus bebés.

Finalmente, concilió el sueño al aspirar el aroma de su familia, el fuerte café que emanaba Tony le daba seguridad, en tanto sus niños olían a un café más dulce, uno con miel.

Gold RushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora