Rememorando

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- ¡Te tiraste a Granger! – El gritó de un hombre de tez morena, cabello crispado, ojos color miel y sonrisa radiante retumbaron en la habitación por varios segundos. - ¡No lo puedo creer! – gritaba. Estaba caminando de un lado a otro. Impactado por la información que había logrado sonsacarle a su mejor amigo – ¿Me estás jodiendo? – La rotunda negación del rubio lo impactó más. - ¿Es en serio?

- ¡Coño, que sí! – gritó el rubio harto por la situación. Se lo había contado porque no había dejado de pincharle los cojones. ¿Qué hiciste ayer? ¿Por qué te desapareciste por más de dos horas? ¿Con quién estabas? Te dije que quería que vinieras conmigo para pasar un rato diferente. Draco me has sacado el cuerpo. ¿Tienes a otro? ¿Te follaste a una zorra en mis narices? Cuando Blaise quería tocarle las narices, vaya, que lo lograba.

- ¿Y qué tal coge? – preguntó el moreno sentándose en la silla frente al escritorio del rubio como todo un cotilla, mirándolo con los ojos abiertos de par en par y una sonrisa estúpida.

- Eso no es asunto tuyo... – sin embargo, la sonrisa de satisfacción se le escapó a Draco en ese momento y Blaise la pilló.

- ¡Joder! – Exclamó con un silbido de admiración. – Que me quitó el sombrero ante la comelibros. No te veía una sonrisa así desde hacía más de un año. Te la has follado como has querido. – canturreo. – y yo no he pillado nada... – confesó con pucheros infantiles.

- A mí me dijeron otra cosa. – picó.

- Ni te atrevas. – amenazó el moreno.

- ¿No te gusta Millicent? – la inocencia de aquella pregunta no concordaba con el portador. Blaise le lanzó una mirada asesina.

- Ojalá la próxima vez que quieras tirártela no se te pare... – las manos de Blaise se juntaron en forma de rezo y cerró los ojos. Draco carcajeó.

- Pues se usar mi lengua y dedos. – afirmó. Blaise lo miró boquiabierto.

- Eres un depravado. – zanjó el moreno. Draco rodó los ojos. Era un inmaduro de primera calidad. – No me hables como si fuera una persona sin pudor.

- Eres una persona sin pudor. – Replicó el rubio. Nunca había conocido a una persona más ninfómana que el moreno. Se podía tirar a lo que fuera. ¡Por Merlín! Había hecho tríos con hombres.

- No sé de que hablas. – afirmó haciendo un ademán con la mano. - ¿Y cuándo repites? – preguntó con interés.

- No sé si vuelva a verla... – le decepcionaba esa idea y esa decepción le aterraba.

- ¿Apostamos? – propuso Blaise.

- ¿Qué?

- Que se vuelven a ver y no dudarán en follarse con furia. – era un decreto lleno de seguridad. – Quiero un auto muggle. – dijo pasando su dedo índice por su barbilla - Por cierto, estoy esperando.

- ¿Qué? – pregunto malhumorado el rubio. Tenía papeles que firmar, pergaminos que leer y el moreno lo que quería era cotillear.

- El agradecimiento que me debes porque gracias a mi te has follado a Granger. – explicó de lo más locuaz. – Tú no querías ir y ahora pienso que tal vez si no hubieras ido, yo me la hubiera gozado. – Draco carcajeó.

- Ni en tus mejores sueños. – zanjó Draco con el ceño fruncido. Blaise sonrió.

- Tan bien así ¿no? – Draco rodó los ojos, ignorando su comentario. No contestaría eso, no regaría lo buen polvo que era esa jodida leona. Y vaya que le daba el merecido reconocimiento a su casa en Hogwarts. Cuando amaneció, toda la espalda le ardía, al ver su reflejo en el espejo pudo entender porqué. Zarpas de una leona estaban tatuadas con sangre en su amplia espalda. Clamando que ella había estado ahí. No pudo evitar que un sonrisilla lujuriosa posara sus labios al rememorar como la había pasado con ella.

MustelidaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora