Baise de la mort

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La castaña se levantó de su asiento con lentitud luego de tomarse una tercera copa de vino, se sentía ligera, levemente embriagada e increíblemente excitada de nuevo, ¿Qué clase de hechizo le había lanzado ese rubio latoso? No recordaba haber sido nunca así tan, tan caliente.

- Me iré a bañar – avisó, se sentía pegajosa y necesitaba agua fría en su cuerpo. Con un movimiento de varita todos los utensilios que habían usado estuvieron limpios en segundos.

- ¿Quieres que te acompañe? – Preguntó sugerente, acercándose a donde estaba, frente al mesón de la cocina, sosteniendo la copa de vino. Ella le miró lasciva.

- Creo, señor Malfoy, que en el caso de negarme, usted entraría de igual manera – respondió con la ceja arqueada y sorbiendo un trago de vino, cuando tragó el líquido amargo y dulzón succionó su labio inferior de una manera condenadamente sensual para la vista del rubio.

- Déjeme decirle, señorita Granger, que ha obtenido 15 puntos para Gryffindor por sus sabias palabras – respondió, acercándose. Rodeándola con sus brazos y encerrando con su cuerpo el de ella. La castaña lo miró altiva y sonriente.

- ¿Tan pocos? – Preguntó con un puchero en sus labios, Draco sonrió, jodida leona que era sumamente sexual hasta con esos gestos "inocentes"

- No quiero que pienses que tengo preferencias – contestó, pegando su cuerpo contra ella. La castaña se tensó al sentir sobre su muslo la dura erección del rubio.

- No se lo diré a nadie – arrastró cada palabra en el oído del rubio, rozando sugerentemente su cuerpo al del platino.

- Entonces déjeme decirle, que usted ya está completamente consolidada en mi asignatura – siguió. Su lengua lamió el borde carnoso del lóbulo de la oreja de la castaña, produciendo un erizamiento instantáneo bajo su cuerpo.

- ¿Vamos a bañarnos? – Preguntó. Sus piernas comenzaban a flaquear.

- ¿Eso es una propuesta indecente, señorita Granger? – Preguntó socarrón. Esperaba ofuscación por parte de la castaña, pero la osadía de la mujer estaba enaltecida, sin preámbulos ni timidez tomó la virilidad del hombre y acarició con fuerza. Ronroneó contra sus labios mientras comenzaba a besarlos.

- Todo lo que te quiero hacer y quiero que me hagas es indecente – respondió, atrevida y hambrienta de nuevo por él. Por sentirlo dentro de ella, adicta a su vitalidad, destreza y calor. Draco sonrió mientras devoraba los carnosos labios de la castaña que lo estaba embrujando cada segundo más.

Ser tan desinhibida la embriagaba, eclipsaba su buen juicio y ahora con unas cuantas copas de vino en su organismo lo único que sentía, claramente, era un fuego adueñarse de su bajo vientre que se irradiaba a todo su organismo de forma centrípeta y voraz.

- Fóllame en la ducha – expresó de pronto. No quería pensar en si lo que estaba haciendo era demasiado arriesgado, denigrante o cualquier mierda moral que alguien pudiera pensar que era coherente para juzgarla, simplemente quería sentirlo, sentirse plena.

- Como ordenes – y como si esa bruja no pesara absolutamente nada, la alzó e hizo que rodeara su cintura con sus piernas, sosteniéndola de sus tersos muslos desnudos, quería quitarle la camisa que llevaba, la de él. Ansiaba sentir su calor. – Quítate la camisa – ordenó con voz ronca. Sentía que ya iba a explotar, no habría juego previo esta vez, necesitaba adentrarse en su húmeda intimidad, ¡ya!

La castaña obedeció sumisamente, un arranque de excitación, despegó todos los botones de la camisa del rubio y sacó por sus brazos, dejando su cuerpo completamente desnudo. Aferrándose más al platino, sintiendo el calor del pecho del rubio impactar con sus senos erectos.

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